miércoles, noviembre 28, 2007

Dinámica de Amor

Nuestra vida transcurre en un entregar y recibir, en un juego de amor, en un constante movimiento.

¿Qué es entregar? Es dar, ofrecer, poner a la disposición, regalar, renunciar, devolver.

¿Y qué hemos entregado? Uno o varios “sí”, una corona, también fuerzas, desilusiones, fracasos. Otras veces hemos entregado orgullo, errores, preocupaciones, servicios desinteresados. No pocas lo que hemos dado son críticas, promesas, recuerdos, vivencias, rencores. Y en fin: enfados, cobardías, sonrisas, desalientos, temores, desganos, silencios, anhelos de ser apreciados, empeño y fuerzas, tiempo y culpas han formado parte de nuestra entrega.

Cuando entregamos fuerzas recibimos la satisfacción del deber cumplido, cuando ofrecimos errores, recibimos, o llamadas de atención, o paciencia. Cuando dimos sonrisas las recibimos de vuelta, cuando devolvimos rencores y quejas obtuvimos un cargo de conciencia. Cuando regalamos críticas sin amor, recibimos a cambio excusas y se nos envenenó el alma. Cuando dimos aliento y ánimo, recibimos agradecimientos. Cuando entregamos inquietudes, fracasos, temores, obtuvimos tranquilidad. Cuando nos deshicimos del orgullo para regalarlo y agachamos la cabeza, recibimos el ánimo de volver a comenzar.

Cuando regalamos tiempo, dedicación, esfuerzo y servicio desinteresado se nos inundó el corazón de alegría. Cuando lo que entregamos fue una gran renuncia, se nos regaló a cambio esperanza.

Cuando lo que dimos fue desgano, anhelos de ser reconocidos, malas caras, el alma se llenó de obstáculos para amar.

Cuando entregamos una corona, se nos regáló seguridad, confianza, en la victoria y un horizonte de promesas.

Y cuando entregamos el corazón, se nos dio a cambio un lugar de arraigo, se nos regaló paz y una mirada de niño.

la victoria y un horizonte de promesas.

Y cuando entregamos el corazón, se nos dio a cambio un lugar de arraigo, se nos regaló paz y una mirada de niño.
Seguir leyendo el artículo

viernes, septiembre 07, 2007

El Camino

Introducción
Este escrito lo hice hace muchos años, en el Santuario de Schoenstatt de Alangasí, Quito. Recordé este tema el fin de semana pasado (de labor day). Fui a visitar a una amiga y su esposo a Vail, Colorado. Al preguntarme si quería ir de hiking, acepté entusiasmada. El primer 'hike' fue a Hanging Lake, se suben mil pies normalmente en una hora. (una milla de camino) Nos tardamos dos y media, je,je. Me costó mucho por la altura y el 'bad shape' pero llegar a la cima fue maravilloso. Ver fotos
Todavía no puedo creer que llegué.

El camino

Empecé a escalar. La senda apenas se distinguía entre los arbustos y las malezas. No tenía planeado subir mucho, pero cuando había ascendido unos cuantos metros miré para atrás y luego hacia arriba. "Sígueme" - pareció decirme el camino- "No soy de caminos nuevos o desconocidos" -repliqué- . "Sigue escalando" - me tentó sonriéndome-. Y me entusiasmó la idea. No puedo decir que empecé con pie derecho pues tanto ese pie como el otro se comportaron torpemente al intentar subir por un lugar especialmente escarpado. Hasta traté de mantener el equilibrio agarrando ingenuamente unas hierbas que como es lógico suponer, se arrancaron fácilmente. Pero al segundo o tercer intento lo logré. El olor a eucaliptos se iba haciendo más intenso a medida que subía y cada vez se iba escuchando más de cerca el viento que silbaba entre las copas de los árboles.
"Allá quiero llegar" - me di ánimos-, pero al bajar la vista observé que había desaparecido el camino, o talvez no lo veía entre tantos cardos, malezas y espinos. Allí fui presa de la indecisión. "¿No será mejor volver y seguir por el camino amplio y adoquinado que atravesaba cuando este sendero -desde lejos- me guiñó el ojo?".
No hay vuelta atrás -reflexioné- allá arriba me debe estar esperando el dueño del camino. "¡Ay! Si alguien me tirara una cuerda y me halara hasta la cumbre" -soñaba- "o si de repente apareciera un ascensor". Pero la decisión ya estaba tomada, me metí las dudas al bolsillo y di un primer paso, que vaya si me costó, pero para sorpresa mía, el segundo y el tercero se iban haciendo cada vez más fáciles.
Con mis manos iba sacado de mi paso los cardos. ¡Cómo pinchaban! Los altos árboles me observaban con un signo de interrogación, como diciéndome "¿Para qué subir más alto? ¿No es mejor acaso quedarse cómodamente plantado como nosotros?" No les hice caso, pues la cercanía de la cima y del sonido del aire que mecía las ramas me impulsaba a seguir... y de un momento al otro ya estaba allí ¡donde yo quería!
Tal fue mi alegría que levanté los brazos en señal de triunfo, pero -oh desilusión- no había terminado de bajarlos cuando hacia la izquierda vi que el camino seguía, y cuesta arriba.
Sin pérdida de tiempo seguí, pues la reciente alegría me daba fuerzas. El camino estaba ahora bien trazado pero las dificultades eran diferentes -árboles caídos en el camino y otros por caerse- el temor me iba invadiendo. Por donde caminaba había cada vez menos luz, pero el viento me impulsaba: "continúa" -parecía decirme- .
Tropecé varias veces y el cansancio hizo presa de mí. Pero de repente lo ví... mi corazón me decía que era el último trecho. Era alto y encumbrado. Troncos y piedras servían como escalones. ¿Podré? ¿No será ya suficiente llegar hasta aquí? Dentro de mí brotó un pensamiento que me espeluznó. "La entrega es total" -musité temborosamente.
Tuve que dejar de lado el cansancio, y otras cosas que me pesaban y que hacían más agradable el viaje. También algunas cosas que me servían de distracción y otras que según yo me protegían. Me deshice así mismo de rencores, celos, remordimientos.
Sentirme más liviana y seguir fueron una sola cosa. Al superar este último tramo lo comprendí todo.
Ahí, en el lugar más alto de los alrededores se erguía una gran cruz. El cielo limpio y azul le servía de marco y un rosario colgaba de ella. La luz ahora brillaba esplendorosa, el viento juguetón se paseaba por el lugar.
Todo era ahora muy claro. La cruz es la cumbre y el sentido del camino.
Me acerqué más a ella y di un salto, mezcla de asombro y de alegría. En ella estaba escrito: "Montaña milagrosa".
Me volví hacia las montañas lejanas que desde allí se contemplaban majestuosas, y observé como los rayos de sol se colaban entre las nubes. Recordé entonces una tarjeta que guardo con cariño, que tiene el mismo hermoso paisaje. Y embelesada ante el espectáculo que tenía por delante repetí lo que esa tarjeta lleva como leyenda.
"Señor, sé que no es obra de un día".
No es obra de un día, pero cada paso puede ser un pequeño milagro. Y en el díficil camino se puede encontrar una sonrisa que te anima, una mano que te guía y un viento que te impulsa. Uno simplemente debe dejarse conducir como un niño y por supuesto regalar las fuerzas por entero. Hay que saber levantar la cabeza después de caer , preguntarse por donde será mejor ir, descartar todo lo que te quita fuerzas, alegrarse por cada paso y... amar el camino y su meta.
Seguir leyendo el artículo

jueves, julio 19, 2007

Fiesta Santos Velasco 7/14/07

En Julio hicimos un encuentro con los Santos y Velasco, fue una maravillosa experiencia...

Ir a las fotos




Link para el video

Link para slideshow Seguir leyendo el artículo

martes, julio 17, 2007

Se buscan héroes

Descubriendo la vocación

Generalmente en Schoenstatt nadie te persigue para que te hagas ‘curita’ o ‘monja’, y si le pasó a alguien... puede estar seguro de que es una excepción. Justamente Schoenstatt es un Movimiento cuyo fundamento es la libertad, pero una libertad basada en el profundo conocimiento de uno mismo, donde uno se pone metas propias y anhela cumplirlas por amor. La palabra mágica en Schoenstatt es “magnanimidad”. Bien lo decía el Padre Kentenich el 18 de Octubre de 1914 “No simplemente lo grande, ni algo más grande, sino precisamente lo más excelso ha de ser el objeto de nuestros esfuerzos intensificados.” Es el “héroe” en nosotros, el que debe reflexionar cuál es nuestra misión de vida.

En nuestro mundo actual, donde priman los valores materiales y donde el rey es el “Yo”, no hay muchas ocasiones de plantearse la vocación. Quizá algunos jóvenes han tenido el regalo de asistir a una ordenación sacerdotal o toma de hábito, y se lo han planteado al darse cuenta que aquellos que han seguido ese camino se los ve plenos, realizados, felices y lo empiezan a considerar como una opción de vida.

Recuerdo que a mí, la primera vez que se me pasó por la cabeza que la vida religiosa era una opción, fue al leer un libro sobre Bárbara Kast, una joven chilena del Movimiento, una chica alegre, líder, llena de vida, que se cuestionaba su vocación. Luego también me llamó mucho la atención haber visto en Schoenstatt, Alemania, a tantas hermanas con rostros felices... Hace poco una hermana de grupo de la Juventud nos recordó que encontramos nuestro nombre de grupo en el balde de una camioneta, y debo reconocer que la formulación definitiva de mi ideal personal “se me vino” una vez cuando estaba tomando la sopa. El Padre Kentenich decía que Dios era un Dios de la Vida y te habla a través de personas que están a tu alrededor o en cosas sencillas de la vida diaria. Por tanto, hay que afinar el oído, por que cuando Dios llama, no viene un coro de ángeles a anunciarlo.

Sea cual sea la vocación... lo importante es planteárselo, hacerse la pregunta, rezarlo. Este planteamiento puede servir también para encontrar la misión de la vida de cada uno. Hay una gran diferencia entre simplemente ir con la corriente, enamorarse y casarse, que antes habérselo planteado y haber decidido que el matrimonio es el camino para uno, con todo lo que eso implica.

El camino de la vida religiosa parece el más difícil, hay un gran temor, el de equivocarse. Pero si se tiene esta inquietud, es muy bueno compartirlo con alguien que pueda asesorar, ayudar a discernir. Incluso si después de un proceso uno sigue el llamado, y después de un tiempo no resultó ser, siempre será una excelente experiencia. Algo que ayudará a la persona a madurar y a ver las cosas desde otro punto de vista, a conocerse mejor y a tener más claro lo que Dios quiere de uno. Lo digo por experiencia.

Tengo que hacer una aclaración... la verdad es que todos tenemos la misma vocación... Talvez esto suene confuso, pero dejemos que el Padre Kentenich lo explique:

“Nuestro esfuerzo, en cualquier profesión, ya sea si soy asistente del hogar, profesora o trabaje en un negocio, así como cada uno tiene una profesión, tenemos una profesión como Familia: y lo mismo sucede con los religiosos, tienen la profesión de la santidad. Nuestra profesión es aspirar a la santificación de la vida diaria; quien se conoce a sí mismo comprenderá correctamente. Realizar todo en forma perfecta hasta en los más mínimos detalles de la vida cotidiana y hacerlo por un amor sublime a Dios exige el esfuerzo de todas las fuerzas morales. Eso exige una fuerza moral heroica. (...)

Comprueben si acaso no es verdad que quien despierta el héroe en nosotros es quien nos pone las mayores exigencias. Seguro que en nuestra vida hay momentos en que tenemos tendencia a relajarnos. Pero no lo soportamos durante mucho tiempo. Apenas se despierta lo noble en nosotros, no estamos conformes con los placeres, ni con todo aquello que nos hace egoístas y apegados al yo. Entonces surge la tremenda tendencia en mí a dejarlo todo y entregarme a una gran misión.” (Padre José Kentenich, Pláticas en Suiza, 1938)
Seguir leyendo el artículo

miércoles, junio 06, 2007

Las tres gracias del Santuario de Schoenstatt

Barracas, tierra, explosiones de granadas, hambre y sed, cansancio. Para un joven soldado en la Primera Guerra Mundial, su refugio y su escape era un lugar sencillo y silencioso. No podía estar físicamente ahí, pero si cerraba los ojos viajaba espiritualmente hasta ese hermoso valle, abría la puerta y se encontraba de frente con esos ojos penetrantes. Y encontraba alivio, descanso, se dejaba caer agotado en los brazos de una Madre tierna y fuerte. Fue esa experiencia de arraigo y amor, la que mantuvo en alto la fe y la aspiración de la santidad de José Engling.

El Santuario de Schoenstatt como lo manifiesta su primera gracia de peregrinación, era su hogar, el lugar donde se sentía amado, aceptado, seguro. Y no era un simple refugio, o solamente un escape, era también una fuente de fuerza, de energía renovada para seguir aspirando más alto, incluso después de haber caído. Porque en un hogar, no es necesario ser perfecto, en un hogar uno es sencillamente hijo, es amado justamente por ser hijo pequeño.

Aquellos que nos precedieron, como José, dieron testimonio con su vida que María, la Reina Tres Veces Admirable de Schoenstatt se ha establecido en su Santuario como Madre y Educadora de todos aquellos que llegan hasta ese lugar. María ha atraído y sigue atrayendo a los corazones juveniles, que desde todas partes del mundo dirigen su mirada espiritualmente a ese lugar que es fuente de una corriente de gracias que se esparce y no para de crecer que ha llegado a irrumpir con fuerza en muchos países y culturas.

En otro valle, al pie de los Andes, a fines de los convulsionados años 60, una joven rebelde e inquieta, con un carácter fuerte y mucha vitalidad y liderazgo, dejó que María, su Matercita, en su taller-santuario, despierte en ella un anhelo inmenso por la pureza, al punto de pedirle que la ayude a que su corazón sea un tabernáculo de Cristo. Ese taller, María obró en ella la segunda gracia de peregrinación, la gracia de la transormación. En su diario podemos leer cómo ella se ofreció como instrumento a la Mater para construir el Reino de Schoenstatt, cómo le pedía a María que consagrara y transformara sus ojos, sus oídos, su boca y su corazón. Cuando uno se siente amado y siente hogar en el Santuario, María realiza sus milagros de transformación. La luz de esa transformación de Bárbara, su breve paso por la Juventud Femenina de Schoenstatt, sigue iluminando a jóvenes en el mundo entero.

Estos milagros de transformación son silenciosos, a veces imperceptibles, pero los podemos ver de forma palpable en tantas personas que se han dejado modelar por María en su Santuario de Schoenstatt, lo podemos ver en nuestros propios corazones.

Sí, la Mater atrae corazones juveniles, pero no sólo física sino también espiritualmente. Una figura en nuestra historia de Schoenstatt brilla cuando queremos hablar sobre la tercera gracia del Santuario. Es Don Joao Pozzobon y su Campaña de la Virgen Peregrina. Su mayor anhelo era estar siempre vinculado al Santuario, decía que siempre quería estar vinculado al Santuario, que para él todo era Santuario, rezando, trabajando, viajando. Cuando viajaba y no podía ir físicamente al Santuario, dejaba una nota clavada en la parte de abajo del banco donde normalmente se arrodillaba. Se autodenominaba “sembrador del Santuario” y dijo que la Campaña era para divulgar las gracias del Santuario. No sólo para llevar el Santuario a las personas sino también para traer personas al Santuario.

Si llevamos el Santuario en el corazón y nos dejamos conquistar y transformar por María, si de su mano nos acercamos a su Hijo, podremos también llevar sus gracias a nuestra familia, amigos, a cualquier lugar donde nos encontremos. Recibimos mucho y tenemos mucho que dar, es más, el crecimiento de Schoenstatt depende de cada uno de nosotros. Se necesita una nueva Primavera Sagrada para preservar y transmitir ese hermoso regalo que se nos ha dado en nuestro Santuario, esa experiencia de familia, tan necesaria en el mundo de hoy.
Seguir leyendo el artículo

sábado, mayo 19, 2007

La Reina de las Conexiones

La naciente familia de Schoenstatt en Houston celebró por primera vez la Misa de Alianza gracias a la generosidad de un sacerdote que quiere mucho al Movimiento.

Houston es una de las ciudades con mayor población en Estados Unidos, y asimismo, con un gran número de católicos. Las Iglesias se repletan los Domingos, no quedaq sitio adentro ni parqueo que abastezca. Y muchos se preguntaban, ¿y por qué no hay Familia de Schoenstatt en Houston? Unos schoenstattianos que habían venido a vivir a esta ciudad por trabajo habían escuchado que habían algunas familias del Movimiento, y también imágenes de la Virgen Peregrina circulando pero ¿dónde?

En Julio del 2006 llegó a esta ciudad el Padre José Luis Nieto, de la comunidad de los Padres de Schoenstatt, que había decidido tomarse algunos meses de sabático para estudiar inglés. Fernando Romero, hijo de una familia schoenstattiana de Ecuador, y su esposa Marie Elena, se preocuparon de conseguirle donde llegar y el lugar para estudiar. En una parroquia cercana le pidieron que ayude celebrando misa en español los domingos y uno de los feligreses le prestó una bicicleta para que se movilice. El estudio le resultó un poco más difícil de lo que pensaba, y a veces se preguntaba, ¿para qué habré venido?

Poco después llegaron dos familias schoenstattianas que llegaron trasladadas de Quito, pues la compañía petrolera donde trabajaban había tenido que salir por fuerza mayor del Ecuador. Lo primero que hizo uno de ellos, Mauricio Bautista, colombiano casado con una quiteña, es ponerse a la búsqueda de schoenstattianos. Contactó a Angie Santos y por ella conoció al Padre José Luis y le preguntó a éste que por qué no empezaba un grupo de matrimonios. Poco antes de irse, con una lista de conocidos de Angie, El Padre José Luis llamó uno a uno y los invitó a una reunión a finales de Agosto. Entre ellos había una joven pareja, él venezolano y ella argentina que había sido de la Juventud y del Colegio Mariano. Otra pareja, los Falquez conocía bien Schoenstatt por su colegio, otros, sus padres han estado en Schoenstatt y las dos parejas quiteñas que ya tenían algún tiempo en el Movimiento, incluso los Gomez de la Torre habían sido monitores por un tiempo. El grupo acordó empezar a reunirse.

Fue entonces, antes de irse, que el Padre José Luis comprendió para qué la Mater lo había traído a Houston.

El Padre Christian Christiansen, que vive en Austin, comenzó también a apoyar al grupo y ha estado viniendo casi cada mes a las reuniones y el tenerlo tan cerca ha sido un gran regalo y privilegio para el grupo. El hecho de que las personas ya conocieran de Schoenstatt y amaran al Padre Kentenich hizo que todo se diera muy bien. El grupo se ha ido integrando y compartiendo tanto natural como sobrenaturalmente. Incluso ha habido el regalo que los padres de Florencia, argentina, que pertenecen a la Federación de Matrimonios les dieran su testimonio como pareja. Por lo tanto les transmitieron, no la teoría, sino la vida misma, y la importancia de Schoenstatt en sus vidas. Se juntó también más adelante otra pareja, él americano y ella chilena, Melina, también del colegio Mariano, y su madre, de muchos años en el Movimiento, pudo compartir su amor a la Mater y su enriquecedora experiencia.



Luego otras “casualidades” fueron sucediendo. Al escuchar que el Padre Vicente Agila, un sacerdote guayaquileño muy conocido en Ecuador, en especial por sus programas de televisión, estaba en una parroqua en Houston, un grupo de schoenstattianos fueron a la Misa que celebraba, y cuando a la salida lo saludaron y le dijeron, “somos de Schoenstatt”, él les contó emocionado que acababa de estar en Schoenstatt en Alemania y que estaba contentísimo de haber hecho esa visita de un día. Acto seguido señaló a un grupo de personas que estaban cerca, y dijo: “y ellos también son schoenstattianos”... Conexión inmediata. Una señora, Rosa Elena, estaba comenzando un grupo de Señoras. Ella y el matrimonio Lopez son muy cercanos al Padre Agila y activos en su parroquia, además que van frecuentemente al Santuario de Lamar, y sus hijas han estado en el programa de las Hermanas.




Fue justamente en una reunión del grupo de Señoras que alguien sugirió, “¿y por qué no celebramos una Misa de 18?” Somos tan pocos, quizá nos podríamos reunir en una casa y pedirle al Padre Agila que la celebrara. Se lo contactó y él emocionado lo primero que dijo fue “¡Ya! y ponemos la imagen de la Mater grande que está en mi oficina al lado del altar!” Luego de tener la autorización de su párroco, se acordó celebrar la Misa en la Iglesia de Santa Cecilia, la parroquia donde él trabaja y que tiene mucha vida tanto de hispanos como de 'anglos', además de una bella arquitectura que invita a la oración y al recogimiento. Se invitó al 18 y se comenzó a organizar y algunos se preguntaban, ¿será la primera misa de 18 en Houston? Pues, pareciera que así es...

El Padre Agila puso su hermoso cuadro de la Mater tal como lo había pensado y se lo adornó con yb manto flores. Y aunque no habría más de 40 personas en una Iglesia con capacidad para unas 700, todos estaban emocionados, en primer lugar porque se había cumplido el sueño de tener misa en un 18 y porque que era un momento histórico. La alegría era contagiosa.

Durante la homilía, el Padre Vicente contó de su visita al Schoenstatt Original, de cómo se había sentido cual niño en una tienda de juguetes, que había ido ahí buscando fuerzas para su vida espiritual. Asimismo contó de cómo, fue en el Santuario de Guayaquil donde descubrió su vocación, lo importante que era para él siempre ir a visitar a su Madre, de cómo siempre necesitamos ese hogar, experimentar la preocupación de la Madre que te tranquiliza y te anima. Dos valientes chicas de la JF se ofrecieron a cantar algunas hermosas canciones schoenstattianas. Una señora del grupo de madres asistió con mucha alegría aunque se había roto la pierna a la salida de una reunión de Schoenstatt siendo por lo tanto la peregrina más esforzada.

Luego de la Misa compartieron con el Padre la emoción de haber celebrado la Misa juntos, d e cómo a algunos se les puso la piel de gallina. el Padre Vicente manifestó su alegría de celebrarla y su disposición de hacerlo todos los 18 mientras esté aquí. Él mismo sugirió que la próxima vez podíamos quemar los capitales de gracia al final de la Misa. Luego de la Misa, nadie se quería ir, y se improvisó una serenata para la Mater.

Es un modesto comienzo, este de Schoenstatt en Houston, pero el Movimiento se inició así también, de forma sencilla y silenciosa. Por otro lado ha sido maravilloso constatar como la Mater anda apurada, haciendo conexiones en los momentos menos pensados. Ella es la Reina de las Conexiones... Seguir leyendo el artículo

jueves, mayo 10, 2007

Papa Bento XVI en Brasil

Anoche de repente me di cuenta de que era el día en que el Papa llegaba a Brasil y calculé mal la hora en que pasaban la llegada por EWTN. Entonces empecé a buscar en internet, videos de su llegada... Así que lo primero que hice es ir a O GLOBO pensando que encontraría una excelente cobertura de la Visita. Cual mi sorpresa lo que encontré fue una foto de él, sus palabras tergiversadas y fotos de gays protestando en contra del Papa.. Salí "corriendo" de ahí y se me prendió el foco. Me fui a youtube.com, puse "Bento XVI Brasil" y listo, ahí estaban agunos videos.

En uno de cuando estaba saludando a la gente afuera del Monasterio de Sao Bento donde se hospeda, vi con mucha emoción unas banderitas de Schoenstatt. Hoy que pude grabar el encuentro con la Juventud, veo por todos lados banderas grandes del Movimiento. Es verderamente emocionante.

Me llama la atención de la cobertura de los medios, siempre dando a entender que es un siniestro inquisidor, excomulgando etc etc. No se sorprenden de que miles y miles de jóvenes corran con todas sus fuerzas persiguiendo su papamóvil y que esperen horas de horas para verlo de lejos, y lloran y gritan y se emocionan.

Y no sólo los jóvenes sino gente de todas las edades, que se vuelven como niños cuando tienen la oportunidad de verlo.

Se ven las Banderas de Schoenstatt!

Seguir leyendo el artículo

martes, mayo 01, 2007

La verdadera Audacia: una escalera para descubrir a Dios en nuestra vida.

(Publicado en Revista Familia del Padre - Ecuador)

A veces admiramos a esas personas audaces, capaces de desafiar el peligro. Seguro todos tenemos algún amigo o amiga que le gusta hacer alas delta o rafting, que disfruta del riesgo. Otros por necesidad sortean audazmente toda clase de obstáculos, como por ejemplo todos aquellos que tratan de llegar a Estados Unidos por cualquier medio y pasando penalidades inimaginables.

Se necesita a veces una cierta audacia para poder sortear dificultades que se presentan en la vida diaria, o para enfrentar algún cambio, pero no siempre encontramos la fuerza que necesitamos. Cuantas cosas no hemos dejado de hacer por temor…

A todos se nos viene a la mente la novena del Padre Kentenich, “Audaz en el riesgo”, y si reflexionamos en muchos de los acontecimientos de su vida, el Padre fue una persona muy audaz, recordemos por ejemplo el paso que dio alrededor del 31 de Mayo, defender su obra, sabiendo las consecuencas que ello traía consigo.

Pero la audacia de la que él habla no tiene que ver con el gusto por el peligro, sino que tiene su base en una relación filial con Dios Padre. La llamaba “la genialidad de la ingenuidad” la genialidad de la infancia espiritual marcada por lo divino y querida por Dios. “La audacia consiste en que frente a toda situación de nuestra vida coloquemos enseguida una escalera por la cual la razón y el corazón alcancen a descubrir al Dios que está en la cúspide de ese acontecer”. (Pedagogía para educadores católicos, 1950)

Sí, se requiere audacia para reconocer y seguir el camino que Dios quiere para nosotros. Es algo así como saltar en paracaídas y cerrar los ojos y pensar: El Padre y la Madre se preocuparán perfectamente de todo.

El Padre Kentenich pedía que inculquemos esto en la juventud: “Lo que debemos presentarle a nuestra juventud de hoy es precisamente el salto mortal a lo sobrenatural, hacia lo divino. Es cierto, siempre caeremos en las manos de Dios… Pero esllo supone arriesgarse. No sabemos lo que Dios nos exigirá mañana o pasado mañana; sólo sabemos que debemos dar este paso inmediato. Y lo daremos con coraje y convencidos de que Dios nos abrirá una puerta. He aquí pues, la valentía la audacia del santo y del pecador.”

Sí la audacia es confiar plenamente en Dios, entonces la próxima oportunidad que tengamos para desafiar el peligro o cualquier problema sencillo cerremos los ojos y caigamos en brazos de nuestro Padre de los Cielos y nuestra amada Madre.
Seguir leyendo el artículo

domingo, abril 08, 2007

Misa al Amanecer


En cada una de las vigilias pascuales que he asistido desde que llegué a Estados Unidos, me ha emocionado mucho el ver a los catecúmenos cuando son bienvenidos a la Iglesia Católica. Ver la alegría de estas personas y su opción personal hace que uno renueve y aprecie su fe. En St Anthony's, la parroquia más cercana, la pila y la piscina bautismal están a la entrada, (simboliza que el bautismo es la puerta a la Iglesia) y no me dio verguenza pararme de donde estaba y acercarme a ver como cada uno de los candidatos y catecúmenos eran recibidos en la fe católica.

Tuve la oportunidad de asistir a las diferentes liturgias de semana santa, todas hermosas y la verdad un tanto largas... Me impresiona mucho lo bien organizadas que son y la cantidad de detalles que hay que tener en cuenta, la seriedad y solemnidad con que son llevadas a cabo. Muy diferente a lo que he vivido en Latinoamérica, sin desmerecerlo. Son hechas una precisión de relojero, como decía un amigo, maravillado por una de las liturgias a la que asistió.

Hoy, día de Pascua de Resurrección fuimos a una Misa de 6:30 am. Con la repentina ola de frío que vino este fin de semana, yo pensaba que habría poca gente, pero la Iglesia estaba llena y había también niños y adolescentes. Luego venían dos misas más y la iglesia no se iba a llenar, sino a repletar, se notaba por la cantidad de carros afuera y el aviso de que la gente que no cabía podía ir a otro salón. "Easter" es una fiesta tan grande aquí, como en Latinoamérica es el Viernes Santo. Una amiga americana comentaba que en Latinoamérica están más vinculados al Cristo Crucificado y en Estados Unidos al resucitado. Creo que tiene razón.

El Viernes que fuimos a una liturgia en español con el Padre Vicente Agila, decía que uno no puede ser católico por sí solo, necesita a la comunidad, necesita formar parte de algún grupo o de algún apostolado. Por eso será que estos días de Semana Santa al compartir estas liturgias con tanta gente lo hacen a uno sentirse más parte de esta hermosa Iglesia. Seguir leyendo el artículo

martes, marzo 27, 2007

Bitter cold


Antes de que se termine Marzo escribo este "post". A principioos de ese mes estuve en NY, acompañando a María, mi amiga española que, aunque ha viajado por lugares recónditos del planeta, era la primera vez que venía a Estados Unidos. Planeamos con un mes de anticipación juntarnos del 6 al 10 de Marzo. Cada semana que miraba el pronóstico del tiempo para esa ciudad, iban bajando los grados.... no ha de ser... me decía yo... y hasta buscaba tours en bicicleta, que me parece la mejor manera de conocer cualquier lugar. Pero igual desenterré mis bufandas, guantes, ropa térmica y mi gorrito de lana.
Me quedé petrificada cuando el piloto del avión anunció que hacían 12 grados fahrenheit... sin entender bien qué significaba eso... Más tarde lo entendí ¡11 grados centígrados bajo cero! He estado en la nieve antes pero nunca a una temperatura tan baja. Comprendí el significado de cuando se dice que el frío te corta la cara como una navaja. Con esa temperatura salimos a caminar por la Quinta Avenida, aunque nos íbamos refugiando en la fantástica tienda de Apple o en Tifanny's, la catedral de St Patrick's etc etc. Caminamos desde la calle 58 hasta la 34, donde está el Empire State y Macy's. Y se notaba que hasta los neoyorquinos estaban requete-congelados. Fue una ola de frío que no se esperaban puesto que ya habían comenzado a tener tiempo primaveral.
El 7 que era mi cumpleaños, amaneció con nieve y nevó buena parte de la mañana. Todos los porteros estaban afanados sacando la nieve de las veredas y los caminos, así que se veía y luego ya no se veía. Ese día entre otras cosas vimos la obra de Los Miserables, me quedé impactada y descubrí que tiene una gran cantidad de fanáticos que se saben todas las canciones de memoria. Es una historia y puesta en escena preciosa. En la tienda de Apple, donde hay wireless gratis hice la multitarea de leer e-mails por mi cumple, contestar el messenger mientras hablaba por teléfono... A María y a mí nos divirtió el termino usado para el pronóstico del tiempo de ese día en las noticias: Bitter Cold. Así que con ese término nos acordamos de esta experiencia.
Como cada vez que voy a una ciudad, visito el Santuario de Schoenstatt si es que lo hay. Llamamos a las Hermanas en Staten Island y nos explicaron como llegar, hay que tomar un ferry gratis en downtown y luego un bus... hasta que por fin! Llegamos a la casa en donde tienen el Santuario, no afuera como es común, sino dentro de una habitación o sala de esa casa.
Fue un oasis para el alma, no sólo por poder estar dentro del Santuario y apoyarse en el regazo de la Mater, sino también compartir con las hermanas y experimentar su hospitalidad...
Luego de tres museos, y miles de pasos caminados, (no faltó hasta encontrarnos con una celebridad, Alec Baldwin saliendo del edificio de la NBC) puedo decir que NY es tan espectacular como la pintan, y vale la pena visitarla y volver de vez en cuando. Y al Santuario se debe volver siempre... Seguir leyendo el artículo

domingo, marzo 25, 2007

Jose Engling -español 2

Jose Engling espanol




Download File
Puse aquí este video pues un chico de Argentina me lo pidió para pasarlo al grupo que dirige. Seguir leyendo el artículo

miércoles, febrero 21, 2007

No encuentro mi cruz

Hoy comienza la cuaresma. Este debe ser el día en que más fieles (y no tan fieles) acuden a la Iglesia. No sólo en Latinoamérica se saturan las Iglesias. Aquí en EEUU se multiplican las misas en el día y todas se repletan. Esta mañana fui a una a las 6am y me sorprendió ver la Iglesia 80% llena, incluso había muchos niños y adolescentes.

Más que por el significado profundo de este día, parecería que aquellos que no frecuentan la Iglesia, vienen por el símbolo tan visible que es la ceniza, quizá también por que es tradición… He visto incluso algunas personas entrar a la Iglesia, buscar dónde está la ceniza y ponérsela ellos mismos. En todo caso más de uno realmente hará un acto de conversión y regresará al rebaño.

Acerca del título, lo que sucede es que en Navidad había reemplazado mi hermosa cruz de la Unidad por un pesebre en mi altar, y no sé dónde la he puesto! Recién me vengo a acordar ahora que empieza la cuaresma.

Como todos, reconozco que tengo una cruz, pues todos la llevamos y en el camino de nuestra vida el “truco” está en reconocerla, y saberla llevar de la mano de Jesús y de María.

Seguir leyendo el artículo