domingo, junio 06, 2010

Recogiendo las emociones del Jubileo de Schoenstatt en Ecuador

10-05-29 Jubileo Schoenstatt Ecuador


ECUADOR. Angie Santos. Luego de una intensa preparación física y espiritual la Familia de Schoenstatt de Ecuador se reunió para celebrar el quincuagésimo aniversario de fundación del Movimiento de Schoenstatt en Ecuador. Se celebró a lo largo de tres días, del 28 al 30 de Mayo en Guayaquil, Ecuador, ciudad donde el Movimiento comenzó en un sencillo garaje y desde donde se ha esparcido a otras ciudades y países. Tanto los eventos del viernes como los del Domingo eran abiertos para los ciudadanos y la Iglesia local, mientras que el Sábado fue la celebración interna del Movimiento.

No deja de impresionar el nivel de detalle con que la Familia ecuatoriana prepara estos eventos. Fue evidente el año pasado en la celebración de la bendición del Santuario de Ciudad Celeste en Samborondón y ahora en esta celebración Jubilar. Es talvez una muestra de la fecundidad y compromiso de esta Familia. Días antes había salido un suplemento con el diario local y los canales de televisión cubrieron las diferentes actividades Todo estaba planificado con precisión, saltaban a la vista los hermosos arreglos florales, la folletería, el protocolo. No se esperaba, eso sí, que el volcán Tungurahua, localizado en la cordillera ecuatoriana, erupcionara la mañana del viernes 28 y que en pocas horas la ceniza llegara hasta la ciudad de Guayaquil cubriendo los autos y obligando a la gente a usar mascarillas. El aeropuerto se cerró, y por ese motivo no pudieron llegar muchos schoenstattianos de Quito y algunos de otros países. Pero esto no impidió que todo siguiera como estaba planeado.

El primer evento, el viernes por la noche, tuvo lugar en el moderno Centro de Convenciones Simón Bolívar de Guayaquil, al que asistieron más de mil personas.
Se trataba de un evento doble, una conferencia dada por el P. Angel Strada, que vino desde Schoenstatt para participar en este Jubileo, y luego una presentación artística que plasmaba en danza diferentes estampas de la historia de Schoenstatt en Ecuador. Ver reporte aquí

Por ti Padre, Unidos en la Patena

El sábado fue el día de celebración central en el que participaron alrededor de 800 schoenstattianos. La mayoría de los actos de este intenso día se llevaron a cabo frente al Santuario. El Santuario en su parte exterior estaba adornada con miles de rosas amarillas y anaranjadas. Una gran imagen de la Virgen Peregrina adornada asimismo con rosas presidía el evento y fue el lugar preferido para las innumerables fotos de grupo que se tomaron ese día. Por dentro el Santuario estaba adornado multitud de Nardos, o azucenas como se conoce mejor a esa flor. Ingresar al Santuario, tan bellamente adornado, era para quedarse sin aliento. En las primeras filas estaban sentados varios de la primera legión, cuya vida se transformó gracias a Schoenstatt y que lograron trasmitir su celo apostólico por la misión y el amor al Padre.

Frente al Santuario se habían colocado varias carpas completas con ventiladores. El día comenzó con una Santa Misa celebrada por el Padre Rafael Amaya y concelebrada por el Padre Eduardo Auza. Luego de ello entraron las banderas y con un sencillo acto en el cual representantes de los fundadores y de las nuevas generaciones lanzaron globos al aire, se dio inicio a la celebración Jubilar. El Padre Eduardo Auza fue el encargado de recoger los 50 años pasados y ponerlos en perspectiva hacia el futuro. Fue además de una mirada con gratitud a todo el esfuerzo y sacrificio de los primeros y las generaciones siguientes, también un cierto mea-culpa. Se ven a unas Familias en Guayaquil y Quito maduras, apostólicas, organizadas, una Familia naciendo en Manta, pero el Movimiento no ha llegado todavía a ciudades importantes como Cuenca y otros lugares de la patria ecuatoriana. Comentó además que la primera vez que él experimentó una Familia Nacional de Schoenstatt ecuatoriano fue en la coronación de la Mater en el Santuario de Alangasí en el 2001, y que pasaron casi 50 años, para que se realice la primera Jornada Nacional de Dirigentes y el primer Consejo Diocesano entre los dirigentes de Quito y Guayaquil. Justamente en esta reunión en el 2009 se eligió rápidamente y en profunda unidad el lema de este año Jubilar “Por ti Padre, unidos en la patena”.

Pero también hay que regocijarse por los logros, cuatro santuarios, el primero en el año 1972, a los 12 años de iniciado el Movimiento, otro luego de 20 años, el de Quito luego de otros 12 y el de Guayaquil 4 años después. Lo cual quiere decir, manifestó, que en el 2012 tendríamos que bendecir uno nuevo.. a lo que todo el mundo aplaudió, en especial los miembros de la Familia costeña de Manta, que ya tienen el terreno para el Santuario. Otro motivo de gratitud son las numerosas vocaciones para los institutos y federaciones. El colegio Monte Tabor, que comenzó con siete niños ahora tiene más de dos mil alumnos y es otro motivo de orgullo, ahí se forman no sólo niños, sino familias enteras. Además se mencionó las Fundaciones que se han formado para ayudar a los más necesitados.

El Padre Kentenich como padre y profeta

Luego siguió una charla del P. Angel Strada sobre el Padre Fundador y los desafíos para nuestra familia. Profundizó también el significado del regalo y legado del Padre Kentenich a la Familia de Ecuador de una patena en la cual la consagró en su último día de vida. Contó que había acabado de estar con el Padre Humberto Andwanter, quien mandó muchos saludos a la Familia y le comentó que él había sido el portador de ese regalo de la patena hecho por un grupo de chicas y quien se lo había entregado al Padre Kentenich. Una de las vivencias más hermosas de este día fue quizá el escuchar al Padre Ángel, en el momento del foro de preguntas, cuando contó detalladamente su experiencia con el Padre, lo cual hizo emocionar a quienes lo escuchaban. A pesar de encontrarse todos en un lugar abierto, con muchas personas alrededor, los asistentes pudieron transportarse con la imaginación a esa pequeña pieza en Alemania donde el Padre Ángel tuvo un encuentro en el que el Padre Kentenich no se manifestó sólo como Padre sino también como profeta en su vida.

Al terminar la charla del Padre Ángel hubo un momento muy importante, la adoración comunitaria no. 50. Durante los meses anteriores al comienzo del Jubileo, las diferentes ramas y comunidades se habían comprometido a hacer una hora de adoración en el Santuario. En este día, miembros de Quito prepararon la que se llamó Adoración Nacional. Cantando Dios de Amores, un tradicional e íntimo canto eucarístico ecuatoriano se fue en procesión hasta la Iglesia de Peregrinos. Ya en este lugar, aunque no fueron suficientes las bancas ni abastecía el aire acondicionado, se vivió un momento de oración profundo, intercalado con cantos que de verdad llegaban al alma.

Compartiendo como familia el almuerzo y numerosas fotos

El almuerzo se sirvió en tres diferentes sitios, todo preparado por el personal de la Casa de Retiros de las Hermanas, especializados en este tipo de eventos y que ahora incluso hacen catering en otros lugares.

En una pequeña pausa luego del almuerzo se aprovechó para una sesión de fotos, una de ellas fue de los miembros de la comisión organizadora del Jubileo que trabajó incansable y profesionalmente sin olvidar detalle. Por supuesto, en casi todas las fotos se requería de la presencia del Padre Angel Strada quien con su sonrisa y cercanía había conquistado a la Familia ecuatoriana.

Luego de la pausa, una sorpresa musical esperaba a los participantes. Los miembros de la sinfónica del Colegio República de Francia interpretaron varias piezas clásicas y terminaron con varias piezas de música nacional que fueron coreadas con emoción por los presentes.

Mirando hacia el futuro, los desafíos para los próximos 50 años.

A continuación la Hna. María Auxiliadora dio una amena e interesante charla acerca de la proyección hacia el futuro del Movimiento, comenzando con la preparación a los 100 años de Schoenstatt en el 2014.

Desde la Iglesia de Peregrinos se salió en procesión con las banderas hacia el Santuario, donde se vivió un emotivo acto filial con el Padre Fundador. Florentino Y María Antonieta Briz, miembros fundadores del Movimiento en Ecuador, pasaron la antorcha a dos jóvenes en representación de las nuevas generaciones a las que le toca construir la historia de Schoenstatt en los próximos 50 años. Luego de ello representantes del Movimiento hicieron una cadena humana alrededor del monumento de las manos del Padre con la Patena que está junto al Santuario.

Y como toda fiesta, no se podía terminar sin una gran torta traída por un grupo que animó a todos a bailar al ritmo de una banda de pueblo y fuegos artificiales. Cristian Castelblanco animó a todos a bailar y disfrutar el momento por un largo rato.

Durante todos el día el coro se lució acompañando con hermosos cantos, las largas horas que ensayaron dieron sus frutos.

Ese Sábado Jubilar de celebración interna, fue un día intenso, hubo muchas emociones, vivencias, encuentros y reencuentros, alegría compartida.


Santa Misa Jubilar celebrada por el Arzobispo de Guayaquil

El Domingo se cerró esta celebración Jubilar con una Santa Misa celebrada por el Arzobispo de Guayaquil, Antonio Arregui, concelebrada por unos 10 sacerdotes y a la que asistieron por lo menos cuatro mil personas. Durante la hermosa y sentida charla, el Arzobispo agradeció por este Movimiento, por su servicio a la Iglesia, se imaginó cómo empezó todo cuando se construyó el Santuario, donde no había sino caminos de tierra y monte. Aprovechó de agradecer al Alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, por el apoyo en el adoquinamiento y arreglo de los jardines en torno al Santuario, lo cual fue saludado por el público con un aplauso.

Al final de la Santa Misa, las Hermanas regalaron al Arzobispo, una patena muy similar a aquella que habían enviado al Padre. Monseñor Arregui se mostró muy complacido y manifestó que había una pequeña diferencia entre esta patena y la que fue regalada al Padre Kentenich: que aquella el Padre la había devuelto como regalo, pero que ésta él se la iba a quedar.

Todas estas vivencias marcaron el corazón de muchas personas y se mantiene la esperanza de que los corazones jóvenes sepan llevar esta herencia a las generaciones venideras y continúen gestando el Reino de Schoenstatt.
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