jueves, octubre 05, 2006

Confesiones de una ex anti-yankee

Ahora que se acercan las elecciones en Ecuador, la cosa está que arde. Y veo con decepción que nos dirigimos al abismo en el cual volvemos a caer cada vez que hay nuevas elecciones.

Jamás en mi vida soñé con venir a vivir a Estados Unidos, y vine reacia porque no podía desaprovechar la oportunidad de un trabajo, que al fin y al cabo es una bendición. Además que es una empresa ecuatoriana que obligada por las circunstancias ha salido a hacer proyectos por toda latinoamérica, pero que al fin y al cabo, da trabajo a ecuatorianos. En un abrir y cerrar de ojos tuve mi visa y hasta mi residencia. Recuerdo que cuando la recibí, miraba la tarjeta y pensaba en los millones de personas que sueñan tenerla y yo que nunca la anhelé, la tenía en mis manos, por supuesto contenta de haberla recibido.

Podría escribir páginas y páginas sobre la experiencia de vivir aquí, pero sólo describo mi sentir general: gratitud, aprecio y admiración con este pueblo y por todo el esfuerzo que les ha costado llegar a donde están. Puede que no se la pase “tan bien” como en nuestros países latinos, se echa de menos a la familia y a los amigos, pero como dice la propaganda de Mastercard, el tener un trabajo digno, experimentar seguridad física y jurídica, respeto y consideración de los demás, recibir servicios de calidad es “no tiene precio”.

Talvez esté personalmente en desacuerdo con la guerra o con el gobierno (como lo están millones de estadounidenses) pero eso no significa que el presidente sea un “diablo” o lo muevan intereses diabólicos. Se reciben presiones y se cometen errores. No entiendo por qué tenemos que “satanizar” a otras personas, otros países (aunque el gobierno de aquí también cae en hacerlo a veces).

Por qué se quiere rechazar cualquier vínculo o cooperación con los Estados Unidos y unirse a países “amigos” que caen en lo mismo, pues formar una “coalición” como lo están propagando, es otro imperialismo. Por qué no se puede propagar la amistad con todos los países, en vez de formar bloques y cerrarse.

No simpatizo con ningún partido político ni candidato. Soy una outsider que mueve la cabeza apenada de ver a dónde se dirige de nuevo mi hermoso y querido país. Y miro con extrañeza a todos aquellos que se jactan de rechazar a los Estados Unidos mientras se adhieren a su cultura, a sus costumbres, a sus productos... Seguir leyendo el artículo