domingo, octubre 17, 2004

Reflexiones y Cantos sobre la Santa Misa - Aporte para el Año de la Eucaristía

Estas reflexiones y cantos están grabados en archivos mp3 en
http://homepage.mac.com/amsanvel (En Archivos y Musica, Santa Misa)

Cantos: Letra: Lorgia Sanchez de Loor, Música: José Plaza P.
Reflexiones: Angie Santos, basadas en el libro “Cómo vivir y comprender la Santa Eucaristía”, del P. Rafael Fernandez.

Introducción:
En éste nuevo milenio, el Papa Juan Pablo II , nos invita a poner nuevamente a Cristo en el centro de nuestra vida, para así, volver a cristianizar la cultura, en éstos nuevos tiempos.
Nuestra vida debe estar centrada en Cristo; el Redentor del mundo , por quien se nos da vida eterna , por quien somos hijos y no siervos, y en orden a quien fueron creadas todas las cosas.
La Eucaristía, como la oración perfecta y como uno de los puntos de encuentro con su persona, debe transformarse en la celebración más importante de la vida cristiana, fiesta de encuentro con Dios y con su pueblo, la Iglesia.
Que por medio de estos cantos que pueden acompañar la celebración de la Santa Misa, descubramos a Jesús, el Cristo, que tiene en María su Madre y Compañera, el Cristo Redentor del mundo y Buen Pastor que vino a dar su vida para salvar a todos, el Cristo de los vínculos de amor, el Cristo que está orientado en todo por el Padre, “patrocéntrico”, hijo predilecto, el Hijo Amado del Padre.

Así podremos ser “hijos en el Hijo”, personalidades nuevas, que transformen el mundo, tal como el Fundador de Schoenstatt, el Padre José Kentenich, nos lo encargó.

Con todo cariño le presentamos este trabajo, como regalo por el aniversario de su nacimiento,

Guayaquil, 18 de Noviembre del 2002.

Lorgia de Loor y Pepe Plaza.

Reflexión

Celebrar la Santa Eucaristía, es como experimentar un lugar que es sagrado a la vez que muy familiar, es experimentar lo santo, lo infinito, a la vez que lo cercano, lo palpable, lo íntimo. No siempre podemos abstraernos de los problemas que tenemos, de nuestras preocupaciones y apuros, de llegar por rutina u obligación. No siempre podemos llegar preparados, habiendo leído previamente las lecturas. No siempre logramos concentrarnos en la palabra de Dios, en la homilía. Pero nuestro pequeño esfuerzo debe ser acudir a ella con un corazón de hijo, con un corazón que acude por necesidad, por amor, por que sabe que lo necesita para vivir y recordando sus inicios, asistir a ella como lo que es, una cena con el Señor, una invitación, un compartir, un diálogo, una celebración.

I. Ritos Iniciales

Subimos a tu Monte Santo, venimos a ti Señor, a encontrarnos contigo, como quien visita a quien tiene en sus manos su salvación, como quien visita al familiar más querido, como quien viene a renovar fuerzas, como quien llega al hogar después de un largo viaje. Como lo hizo Moisés, nos quitamos las sandalias ante tu presencia santa, te bendecimos y nos alegramos. Hemos llegado a tu casa Señor, a cantar juntos, a alabar juntos, a agradecer juntos, a compartir el pan y el vino, tu cuerpo y sangre. Venimos a una fiesta, a tu fiesta, somos tus amigos, tu familia, tus elegidos.
¿Quién nos une sino tú, quién nos hace hijos, sino Tú, Jesucristo, el Hijo Amado del Padre?

Canto de entrada

Familia congregada
somos en Cristo una sola alma
El nos hace hermanos
nos une solidarios
y a la mesa, en su fiesta
todos somos invitados..(por eso.)

Levántate, mira
el Sol de Cristo ilumina
El es camino y en El Espíritu
hacia el Padre nos guía.

Pueblo de Dios
santo y consagrado en la cruz del Redentor
construyes la historia
con luchas y anhelos
buscando el regreso
a tu casa del cielo.. (por eso)

Iglesia bendecida
En el mar del tiempo navega sin temor
aunque el viento arrecie
aunque dudas lleves
confía segura,
El Señor lleva el timón..(por eso)


Señor, hemos llegado a tu monte santo, a tu cena, pero antes de compartir el vino y el pan, queremos purificarnos. No podemos sentarnos a la mesa con nuestros pecados a cuestas, con nuestra carga acumulada, con nuestro corazón amurallado. Cuántas veces te hemos fallado, hemos construído becerros de oro, hemos tirado la primera piedra, te hemos negado. Queremos que se ablande nuestro yo, que casi siempre está en el centro, que juzga, que es egoísta, y sobretodo, que no sabe reconocer que a veces cae, que a veces hiere, que a veces es infiderente a las necesidades de nuestros hermanos. Nuestro yo es experto en inventarse excusas para no ir más allá, para comprometerse más, para ponerse en el lugar de otros. Pero Tú eres grande Señor, Tú eres el Maestro bueno, que intercede ante nuestro Padre por nuestros pecados, así como lo hiciste con los leprosos, los publicanos, los ciegos, los paralíticos. Y esa carga que me quitas al perdonarme, me dará fuerza para continuar el camino y para aprender a perdonar a los que me rodean.

Canto de Perdón

Señor, Hijo del Padre
que viniste a sanar los corazones
ten piedad, ten misericordia
por que hemos pecado contra ti

Cristo Redentor del mundo
que viniste a llamar a pecadores
Ten piedad
muestra Tu misericordia
danos tu salvación

Señor, Predilecto del Padre
Que intercedes por nosotros ante El
ten piedad, muestra tu misericordia
porque hemos pecado contra Ti

Y la alegría se enciende... Cada día tú nos has bendecido, nos has regalado tu amor. Nos hemos encontrado con sonrisas, con palabras de amor y de ánimo, con miradas, con desafíos, con el apoyo de quienes nos rodean. Hemos descubierto cosas nuevas, hemos progresado, hemos vuelto a levantarnos, hemos aprendido a reconocer nuestras miserias. Y ahora nos toca a nosotros cantar, agradecer y alabar, pero no sólo por lo que hemos recibido, sino porque Tú eres grande, porque Tú te lo mereces, porque Tú eres Santo, porque Tú eres poderoso y porque la Santísima Trinidad ha hecho su morada en nuestro corazón. Como lo hizo tu pueblo al ser liberado de la esclavitud de Egipto, como lo hicieron los ángeles cuando viniste al mundo, como lo hizo Simeón cuando fuiste consagrado en el Templo, te bendecimos, alabamos, damos gracias y adoramos.

Gloria.-

Gloria a Dios, en las alturas
Paz y alegría en la tierra,
a quienes ama el Señor
a quienes ama el Señor

Gloria a Dios, Gloria Dios
Gloria a Dios

Por tu inmensa gloria te alabamos,
por tu amor y tu poder, te bendecimos y adoramos
Señor te damos gracias
Padre Omnipotente
Hijo del Padre

Gloria Dios,
Gloria a Dios,
Gloria a Dios
Amén


II. Liturgia de la Palabra

Señor, tu palabra es vida, tú mismo eres la Palabra, el Verbo, ese pensamiento, ese deseo del Padre Dios, pues el quiso engendrarte para hacerse más cercano a nosotros. Y esa Palabra de Dios, dicha hace miles de años, escrita en los corazones de tantos de tus hijos a través de los siglos, es hoy tan actual como entonces. Queremos aprender a silenciar nuestro corazón, a asumir esa actitud de atenta escucha de nuestra Madre María, queremos aprender a poner toda nuestra atención en el Tú... transportarnos al momento cuando tus amigos se reunían en torno a ti, mientras proclamabas la bienaventuranzas en el monte, o en el lago cuando las multitudes, sentadas en la playa, te oían predicar desde la barca. Tus palabras Señor, tenían una fuente: el amor entre tu Padre y Tú, brotaban de ese profundo encuentro en el silencio del desierto, en los largos caminos, en lo oscuro de la noche, en la soledad del monte. Queremos que esa palabra, que proviene del amor, que es sagrada, que es verdadera, que es viva y eficaz, penetre en lo profundo de los corazones, que la recordemos, que la tengamos presente, que sea la que nos guíe en nuestro camino y en nuestras acciones.

Aleluya


Luz que ilumina es Tu palabra
Dios de la vida Aleluya
Ábrenos el entendimiento
Y siémbrala en nuestro corazón
Aleluya, (Aleluya)

III. Liturgia Eucarística

1. Presentación y preparación de los dones:

Estamos a tu mesa Señor, nos hemos purificado, te hemos alabado, hemos escuhado tu palabra, y ahora queremos preparar juntos el pan y el vino que después compartiremos. Este pan y vino que simbolizan nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, nuestros pasos, nuestras caídas, nuestra paciencia, nuestra debilidad. Todo aquello que hemos venido a traerte. No se trata simplemente de buscar en la billetera algo de dinero y ponerla en la cesta donde lo recogen. Este es un momento de buscar en nuestro interior, aquel miedo, aquella preocupación, aquellas fallas y también aquellos logros y esfuerzos que queremos poner en el altar, junto al pan y el vino, para que el sacerdote al elevar la patena y el cáliz te lo presente a Ti, Señor, Dios del Universo. A Ti, a quien bendecimos y alabamos por siempre.


Presentación de las ofrendas

Bendito seas Señor por este pan
Fruto de la tierra y de tu generosidad
Aquí lo presentamos
Y preparamos el altar
El será cuerpo de Cristo
pan que vida eterna nos dará

Bendito seas, bendito seas, Señor.
Bendito seas
Bendito seas por siempre
Bendito seas Señor

Bendito seas Señor por este vino
Fruto de la vid y de tu generosidad
Aquí lo presentamos
Y Preparamos el altar
El Será sangre de Cristo
Bebida que nos salvará.





Preparemos

Preparemos el altar
Con frutos de la tierra: vino y pan
Que tu amor paternal,
En sangre y cuerpo de Cristo
transformarán.

Acepta la pequeñez
Toma nuestra voluntad
Transfórmalas también
para ser instrumentos de tu bondad....(Bis)

Preparemos el altar
Con frutos de la tierra: vino y pan
Que tu amor paternal,
En sangre y cuerpo de Cristo
Transformarán.

2. Plegaria Eucarística

Prefacio - Santo:

Padre Santo, queremos alzar la mirada hacia Ti, queremos levantar nuestro corazón hacia ti. No sólo es justo darte gracias, es necesario, pues Tú, que sabes de nuestra debilidad, que sabes de nuestra pequeñez, nos has regalado a tu Hijo, nos has regalado la salvación.
¿Cómo no alabarte en todo momento, Padre bueno, al contemplar las maravillas de la creación? Unidos en un canto, unidos a toda la creación, a los Santos, a María Santísima, a los ángeles, aclamamos con alegría tu grandeza, esperando que un día podamos contemplar tu rostro de Padre Misericordioso...

Santo

Santo, Santo, Santo
Señor Dios del Universo Cielos y tierra
de Tu gloria están llenos.

Hosanna en las alturas
Bendito es el que viene
En el nombre del Señor
Hosanna en las alturas

Continuación de la Plegaria Eucarística
Transición, primera epíclesis, narración de la institución del sacramento, segunda epíclesis, doxología final.
Luego de aclamar tu bondad y poder, Padre Bueno, hemos llegado al corazón de esta celebración. El Espítitu Santo desciende sobre el pan y vino, para transformarlos en sangre y cuerpo de Tu Hijo, luego rememoraremos el momento de la última cena y el sacerdote te ofrecerá y adorará ese cuerpo y esa sangre de Jesucristo. ¡Con qué amor verás a tus hijos reunidos ofreciéndote juntos ese sacrificio! Con qué amor recibirás y aceptarás cada día, en cada Santa Misa, esa Ofrenda, alguien tan preciado para ti, alguien a quien engendraste por amor. Cómo fluirá en ese momento el amor entre tu Hijo y Tú, ese amor que es el Espíritu Santo. Cuando Cristo, tu Hijo muy amado, se hace presente en el pan y en el vino consagrado, te adoramos con Él y en Él, te damos nuestro sí. En Él nos volvemos a Ti, Padre nuestro. Cargamos en los hombros de tu Hijo Jesús nuestras miserias, para recibir tu Misericordia, y te alabamos, te agradecemos, te pedimos y te glorificamos.


Rito de Comunión

Luego del sacrificio viene la cena, nos preparamos para recibirte en nuestros corazones, rezamos juntos el Padre Nuestro y nos deseamos la paz. En ambos, tú nos invitas a la reconciliación, a estar unidos a nuestros hermanos, juntos te recibiremos, como una familia. Como el cordero pascual que en el Antiguo Testamento nos recordaba la liberación de la esclavitud, Cristo sacramentado es el verdadero Cordero de Dios...

Cordero

Cordero de Dios
Que quitas el pecado del mundo
Ten piedad de nosotros, ten piedad


Cordero de Dios
que quitas el pecado del mundo
Ten piedad de nosotros, ten piedad


Cordero de Dios
Que del mundo borras el mal
Danos la paz, danos la paz
Danos tu paz.

Comunión

Estamos listos para recibirte, Señor, tú no sólo quieres que oremos juntos, que escuchemos tu palabra, sino que, como lo hiciste en la multiplicación de los panes, quieres compartir con nosotros tu pan que es tu cuerpo y ese vino que es tu sangre. Qué regalo es poder tocarte, poder verte, poder sentirte. Tu conoces nuestra pobre naturaleza que necesita palpar, experimentar... y te regalas a nosotros en el pan, en el alimento preferido de los pobres y de los niños... Ese alimento que nos enriquece, que nos da fuerza, que nos hace ser cada vez más niños, más humildes, más hijos en el Hijo. En Ti Señor, el Hijo Amado del Padre queremos hacernos pequeños, confiar en la bondad y misericordia de tu Padre, sumergirnos en su divina providencia, para que todos los acontecimientos que nos traiga el día o la semana, los vivamos en su presencia, y por lo tanto confiados, seguros, animados...


Canto de Comunión

Jesús,
pan bajado del cielo
Sacias el hambre del pobre, Jesús..
Jesús
eres camino verdad y eres vida
Esposo de las bodas del
campo gran tesoro.

Jesús Pastor de tu pueblo
Redentor del mundo luchas incansable
por llevar a todos
de regreso al Padre

Hijo amado del Padre
En mi vuelve a vivir
en el mundo de hoy
estoy dispuesto a resistir
que traspasen mi costado
A entregar lo más preciado
A morir junto a ti

Jesús,
la voluntad del Padre
Guía siempre tus pasos, Jesús
Jesús
con fe viva yo la busque
Para hacerla realidad
En las obras de mis manos

Jesús corriente infinita de amor que brota de Dios
Desborda mi corazón
Para aliviar el dolor
De quién vive en opresión.

Jesús, Cordero de Dios Victorioso
Vencedor del mundo, Jesús..
Jesús
con total libertad yo me entrego
Y en cada suceso por ti me decido..

Jesús hombre eterno
eres centro de mis pensamientos
Conquistas y anhelos
compañero de camino
De tu amor seré testigo.

Canto de Acción de Gracias

Gracias Señor
por enriquecer mi corazón
como en un Santuario
en él tienes morada
te adoro con fe
y a ti me ofrezco
con todo lo que soy,
con todo lo que tengo...

(Estrofa)

Envío:

Volvemos a la vida cotidiana, acompañados, enriquecidos, fuertes, renovados. Te pedimos que podamos entender la Santa Misa como un ejemplo y modelo para nuestra vida, que podamos y sepamos alabar, dar gracias, pedir perdón, presentar nuestros dones, confiar, creer, pedir, ofrecer, adorar, implorar el Espíritu Santo, y sobretodo, podamos estar conscientes de que Cristo el Hijo Amado del Padre, vive en nuestros corazones, y por ello nuestro Padre del Cielo nos ama, se preocupa por nosotros, está con nosotros... María nuestra Madre del Cielo, nos acompañará en este camino y será nuestra Aliada en todo momento...

Canto Final

Envíanos Señor renovados
Desde el altar a lo cotidiano
Sean nuestras acciones repetición
De este Ofertorio,
consagración y comunión


Con María, Mujer llena de sol
Asumimos la misión:
Ser portadores de Cristo
Y en los nuevos tiempos
Sea El Rey y Señor.

Ofrecer penas y alegrías
En la patena cada día
Consagrar la vida al Señor
acercando el corazón
Más y más al Padre Dios.....bis

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lunes, octubre 11, 2004

Grupos de Vida (Publicado en Revista Familia del Padre)


“Anhelos de Luz, Portadoras de vida” Así se llamaba mi grupo de vida de la Juventud Femenina de Schoenstatt, y teniendo en cuenta que mis hermanas de grupo tienen en promedio cuatro hijos cada una, solemos decir en son de broma que la Mater se tomó en serio la segunda parte del nombre. Después de 15 años nos juntamos cada vez que podemos a un café o a conversar. Algunas siguen en Schoenstatt, ya sea en la Rama de Madres o Familiar (o ambas), pero hay un vínculo especial, que nos hace diferenciarnos de otras amigas y que a la distancia, nos mantiene unidas. La experiencia de un grupo de Schoenstatt marca.


¿Por qué grupos de vida en Schoenstatt?

El Padre Kentenich formó a Schoenstatt como una Iglesia en pequeño, y la Iglesia es comunidad. La fe no se vive individualmente sino como parte de una comunidad. Schoenstatt está –como la Iglesia- modelado en la Familia, que generalmente es un grupo de personas que comparten vivencias, amor, metas, un lugar común. El Padre Kentenich definía la vivencia de familia como un “estar el uno en el otro, en el corazón del otro”.

Por ello en Schoenstatt las comunidades se dividen en grupos pequeños para su formación, crecimiento y aspiración. A los Institutos y Federaciones se ingresa como un “curso”, que comparte un ideal, y en la Liga se forman grupos, que generalmente buscan un nombre que los identifique y distinga. Cabe aclarar, que al ser la Liga más amplia también pueden formar parte de ella miembros que no participan de un grupo, sino que asisten a actividades comunes, el Fundador quería a Schoenstatt amplio y que todos encuentren un lugar en esta Familia.

En el “Manual del Dirigente” del Padre Rafael Fernandez, encontramos un claro esbozo de lo que es un grupo de Schoenstatt, y también de lo que no es:

“El grupo schoenstattiano no es simplemente un grupo de “buenos amigos”, ni un círculo de intelectuales que se dedican a elucubraciones ideológicas. Tampoco es un mero equipo de trabajo, o un club de autosantificación”. Queremos que nuestros grupos conozcan un profundo cultivo de la amistad, un serio estudio, un activo trabajo y seria autoformación. Pero todo esto constituye una unidad orgánica. Nuestros grupos están llamados a ser una comunidad de gracia, de vida e ideales que actúen en su ambiente como levadura. En el grupo schoenstattiano distinguimos cinco dimensiones fundamentales. El grupo es una comunidad fraterna, una comunidad de Alianza, una comunidad de ideales, una comunidad de formación y una comunidad de acción apostólica.”


El grupo: un camino de aprendizaje

El pertenecer a un grupo puede ser una hermosa experiencia, también un desafío, pero siempre es una experiencia de aprendizaje. Es una gran oportunidad para aprender a respetar, a tolerar, a sobrellevar, a salir de uno mismo para regalar lo propio a los demás. El grupo es un lugar para compartir los ideales, el amor que se va descubriendo por Dios y por la Mater, encuentros donde se gestan aspiraciones, ideas, iniciativas. Donde se da y se recibe apoyo, interés de corazón. A veces los grupos no resultan y a menudo se ‘reciclan’, pero son caminos de conducción de Dios.

Pero no nos engañemos, tengámoslo muy claro. Schoenstatt no es simplemente un Movimiento donde se recibe formación ‘por que sí’. El regalo de poder experimentar y compartir en un grupo es un compromiso. Dejemos que el Padre Kentenich nos lo diga con sus propias palabras:

“¿Hemos mantenido la conciencia de que cultivamos una élite porque así queremos luego captar a las masas? He aquí nuestro ideal: élite a causa de la masa; educar una élite para luego poder captar y hacer fermentar a fondo la masa.” (Pedagogía para Educadores Católicos, 1950)

Como schoenstattianos tenemos una misión para la Iglesia. Se concreta no sólo con la santidad de la vida diaria y familiar, sino también regalando nuestras fuerzas al apostolado, especialmente en nuestras parroquias. Nunca podremos decir que estamos totalmente formados, la vida es un constante aprendizaje, y nunca se aprende tanto como cuando damos de nosotros a los demás. Si cuando asumamos más tareas dentro del Movimiento y en la Iglesia, nuestras reuniones de grupo son cada vez menos frecuentes, no pensemos que estamos siendo menos schoenstattianos. En todo caso el grupo será siempre el lugar a donde volver a tomar fuerzas para seguir adelante. Seguir leyendo el artículo