lunes, octubre 11, 2004

Grupos de Vida (Publicado en Revista Familia del Padre)


“Anhelos de Luz, Portadoras de vida” Así se llamaba mi grupo de vida de la Juventud Femenina de Schoenstatt, y teniendo en cuenta que mis hermanas de grupo tienen en promedio cuatro hijos cada una, solemos decir en son de broma que la Mater se tomó en serio la segunda parte del nombre. Después de 15 años nos juntamos cada vez que podemos a un café o a conversar. Algunas siguen en Schoenstatt, ya sea en la Rama de Madres o Familiar (o ambas), pero hay un vínculo especial, que nos hace diferenciarnos de otras amigas y que a la distancia, nos mantiene unidas. La experiencia de un grupo de Schoenstatt marca.


¿Por qué grupos de vida en Schoenstatt?

El Padre Kentenich formó a Schoenstatt como una Iglesia en pequeño, y la Iglesia es comunidad. La fe no se vive individualmente sino como parte de una comunidad. Schoenstatt está –como la Iglesia- modelado en la Familia, que generalmente es un grupo de personas que comparten vivencias, amor, metas, un lugar común. El Padre Kentenich definía la vivencia de familia como un “estar el uno en el otro, en el corazón del otro”.

Por ello en Schoenstatt las comunidades se dividen en grupos pequeños para su formación, crecimiento y aspiración. A los Institutos y Federaciones se ingresa como un “curso”, que comparte un ideal, y en la Liga se forman grupos, que generalmente buscan un nombre que los identifique y distinga. Cabe aclarar, que al ser la Liga más amplia también pueden formar parte de ella miembros que no participan de un grupo, sino que asisten a actividades comunes, el Fundador quería a Schoenstatt amplio y que todos encuentren un lugar en esta Familia.

En el “Manual del Dirigente” del Padre Rafael Fernandez, encontramos un claro esbozo de lo que es un grupo de Schoenstatt, y también de lo que no es:

“El grupo schoenstattiano no es simplemente un grupo de “buenos amigos”, ni un círculo de intelectuales que se dedican a elucubraciones ideológicas. Tampoco es un mero equipo de trabajo, o un club de autosantificación”. Queremos que nuestros grupos conozcan un profundo cultivo de la amistad, un serio estudio, un activo trabajo y seria autoformación. Pero todo esto constituye una unidad orgánica. Nuestros grupos están llamados a ser una comunidad de gracia, de vida e ideales que actúen en su ambiente como levadura. En el grupo schoenstattiano distinguimos cinco dimensiones fundamentales. El grupo es una comunidad fraterna, una comunidad de Alianza, una comunidad de ideales, una comunidad de formación y una comunidad de acción apostólica.”


El grupo: un camino de aprendizaje

El pertenecer a un grupo puede ser una hermosa experiencia, también un desafío, pero siempre es una experiencia de aprendizaje. Es una gran oportunidad para aprender a respetar, a tolerar, a sobrellevar, a salir de uno mismo para regalar lo propio a los demás. El grupo es un lugar para compartir los ideales, el amor que se va descubriendo por Dios y por la Mater, encuentros donde se gestan aspiraciones, ideas, iniciativas. Donde se da y se recibe apoyo, interés de corazón. A veces los grupos no resultan y a menudo se ‘reciclan’, pero son caminos de conducción de Dios.

Pero no nos engañemos, tengámoslo muy claro. Schoenstatt no es simplemente un Movimiento donde se recibe formación ‘por que sí’. El regalo de poder experimentar y compartir en un grupo es un compromiso. Dejemos que el Padre Kentenich nos lo diga con sus propias palabras:

“¿Hemos mantenido la conciencia de que cultivamos una élite porque así queremos luego captar a las masas? He aquí nuestro ideal: élite a causa de la masa; educar una élite para luego poder captar y hacer fermentar a fondo la masa.” (Pedagogía para Educadores Católicos, 1950)

Como schoenstattianos tenemos una misión para la Iglesia. Se concreta no sólo con la santidad de la vida diaria y familiar, sino también regalando nuestras fuerzas al apostolado, especialmente en nuestras parroquias. Nunca podremos decir que estamos totalmente formados, la vida es un constante aprendizaje, y nunca se aprende tanto como cuando damos de nosotros a los demás. Si cuando asumamos más tareas dentro del Movimiento y en la Iglesia, nuestras reuniones de grupo son cada vez menos frecuentes, no pensemos que estamos siendo menos schoenstattianos. En todo caso el grupo será siempre el lugar a donde volver a tomar fuerzas para seguir adelante.

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