jueves, junio 15, 2006

El orgullo de ser ecuatorianos



Es muy fácil escribir alabando (o auto-alabando) a los ecuatorianos después de que nuestra selección pasó a los octavos de final del mundial en tan solo dos partidos, y jugando maravillosamente bien. Pero esta entrada de blog la traía en mi cabeza desde hace varios días, la meditaba en Roma y en Alemania.

Los que hemos vivido fuera de Ecuador, experimentado otras mentalidades y culturas, apreciamos y valoramos la forma de ser del ecuatoriano, que en su mayoría son trabajadores, honrados, acogedores y solidarios. Y me permito hacer estas apreciaciones porque yo no me considero una típica ecuatoriana, es como si lo viera desde afuera, aunque lógicamente estoy muy orgullosa de mi país y su gente.

En los días que pasamos en Roma y Schoenstatt pudimos compartir con gente de muchos países. Qué respiro fue encontrar a un grupito de 10, 12 ecuatorianos que representaban a Schoenstatt de nuestro país en el encuentro del Santo Padre con los Movimientos y nuevas comunidades en Pentecostés en Roma.

La reflexión comenzó cuando salíamos caminando por una calle en construcción del Santuario de Belmonte a las afueras de Roma. Había llovido y todos estábamos cansados y con los pies destrozados, sabiendo que en la parada de autobus tendríamos que esperar por lo menos media hora. Vimos como salían buses de peregrinos schoenstattianos europeos y algún grupo latinoamericano medio vacíos y comentamos con una hermana que si esos buses fueran de ecuatorianos, habrían hecho entrar a cuantos cupieran y los hubieran llevado de regreso a Roma. La hermana me contó que esos días en el Vaticano se habían hechos amigos del embajador ecuatoriano y que éste les había comentado como nadie jamás le va con una queja sobre los ecuatorianos, todos aprecian que son trabajadores y atentos.

Ya “en casa”, en Schoenstatt, Alemania pudimos compartir mucho más con este pequeño grupo y apreciar lo preocupados que son por los demás, su servicialidad, su generosidad. Es como que se dan cuenta de todo, son espontáneos, están atentos a lo que otro necesita y se “apersonan”. Los problemas del otro son los propios problemas y todos buscan una solución. Qué refrescante ver ese espíritu. Otra hermana comentaba que si alguien tiene alguna “carencia afectiva” debería ir a Ecuador, allí esa persona se sentiría amada y apreciada.

El día del primer partido de Ecuador contra Polonia, un sacerdote alemán que había sido párroco en Santo Domingo de los Colorados, nos invitó a ver el partido en la casa Marienau, con pantalla gigante, bebidas y tortas. Cuánta alegría compartimos! Fue una experiencia extra-ordinaria, las mujeres servían torta y se preocupaban de que también la gente de otros países que iba llegando estuvieran atendidos, e incluso que la única señora polaca que fue a ver el partido se sintiera como en casa (y en efecto, terminó con un cintillo de Ecuador en la frente). Los hombres dirigían el partido desde sus asientos, dando instrucciones a los jugadores... Una hermana daba instrucciones a la Mater cada vez que los polacos osaban acercarse a la portería ecuatoriana. Todos saltaban y gritaban. ¡Qué alegrón! ¡Viva Ecuador!

Ya de regreso a EEUU el siguiente partido lo vi sola, lo cual tiene algo de ventaja porque pude llorar y tirarme al suelo con toda confianza cuando metían los goles. Y me imaginaba a tanta gente hermosa de mi país, en tantos lugares del mundo celebrando, desde mi sobrino en Brasil, que siempre los ve envuelto en una bandera y con una cruz apretada en la mano, o el guardia de seguridad en Guayaquil con su televisión escondida en su escritorio, el vendedor ambulante en la acera afuera del almacén, el grupo de la oficina en la TV improvisada y toda esa gente afortunada que estaba en Hamburgo. Ese amor por la selección se lo lleva en la sangre y nos une de verdad, se transmite a los hijos (ver las reflexiones de Nicolas) y nos llena de orgullo.

P.D. En Schoenstatt tuve la oportunidad de subirme "de colada" al bus de los ecuatorianos, pero para ser justa, también al de los simpatiquísimos y cariñosos argentinos con los que compartí el alojamiento en Roma".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querida Angie, gracias por tu linda naarracion, por recordarnos lo que somos y hacernos sentir aun mas orgullosos de ser ecuatorianos. Me fascino ver el link a la pagina de Nicolas. Muchos carinios.