Ha sido un mes muy intenso en el mundo católico, el escándalo Da Vinci, (con todos los "forwards" recibidos y comentarios escritos sobre el tema) la difícil e incómoda situación de los Legionarios (que nos ha dejado con un sabor amargo), y el emotivo y exitoso viaje de Benedicto XVI a Polonia.
En el plano personal también fue un mes intenso, decidí comprar un apartamento y pasé por el traumático proceso de la compra y mundanza. No me puedo quejar, todo salió bien y recibí mucha ayuda de amigos y especialmente de mis papás.
Esto último me significa cambiar de parroquia... Cuando estaba en el proceso de mudanza pensaba que igual, me gustaría seguir ayudando en la parroquia (que quedaba a cinco minutos de mi apartamento anterior). Tienen una pastoral juvenil llena de energía y basada no en emociones sino en las verdades de la fe. He aprendido mucho y me he fascinado del trabajo tan profesional que llevan a cabo. Pero es una cultura muy diferente y el idioma es siempre una pequeña barrera. Es una parroquia totalmente "anglo"... recuerdo que por ejemplo veía el coro de lejos, como algo muy lejano. Aquí como en otros países más desarrollados, uno tiene que saber leer notas para cantar en un coro. Así que ni se me pasaba por la cabeza intentar entrar. Otra cosa que me desconcertaba es que tanto los alumnos como los otros catequistas, a veces no decían ni hola ni adiós. Este fue mi "culture shock".
Ayer me di cuenta que tengo una parroquia a menos de cinco minutos de mi nuevo apartamento. Leí en internet que había una misa en español cada dos semanas así que fui porque quería confesarme en español. Pero todavía sin ninguna intención de pertenecer a esa parroquia. Nomás llegar me quedé impresionada, quizá por la majestuosidad del edificio, entre moderno y tradicional. Luego me conquistó el que el tabernáculo estaba delante en el altar. (Aquí, en las iglesias más modernas generalmente está en una capilla aparte, y en la parroquia donde yo iba, está escondido en una esquina). Me acerqué a preguntar por la misa y la confesión a unas personas con aspecto latino que estaban ensayando en el coro. Instantáneamente me dieron la bienvenida, me saludaron de beso, me invitaron al coro y al ministerio hispano. Todas las personas que fueron llegando hicieron lo mismo, fueron muy acogedoras y abiertas.
Como me reía por dentro cuando luego de unos 20 minutos estaba con el grupo cantando en la misa con micrófonos delante. Esto sería impensable con un coro gringo. ¡Los latinos somos tan espontáneos! Esto tiene sus ventajas y desventajas pero cómo lo aprecio. ¡Qué alivio que se siente!
Estos dos años y medio en Estados Unidos han sido un gran aprendizaje. Yo no vine siguiendo el sueño americano, nunca lo tuve, incluso era algo anti-yankee. Pero he llegado a apreciar mucho esta cultura y esta gente en general muy amable y amigable. Texas, la verdad, es especial. Vine acá porque hubo la oportunidad de un trabajo para una empresa ecuatoriana y en dos años y medio ya tengo (sin haberlo soñado tampoco) la residencia y mi primer "hogar". Y ya hablo en spanglish. Eso sí, sin llamar troca al camión o yarda al jardín.
Estoy por emprender el viaje a Roma el 30, si Dios quiere y todo sale bien, a ayudar a cubrir para Schoenstatt el encuentro del Santo Padre y los Movimientos. "I look forward" en especial a la Vigilia de Pentecostés, la tarde del sábado 3 de Junio. Se podrá seguir en EWTN.
Dios conduce de maneras extrañas. El Espíritu se mueve... y hay que seguirlo.
domingo, mayo 28, 2006
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