Sin duda estos días de la iberación de Ingrid Betancourt hemos experimentado un remolino de emociones. No se trata sólo del milagro de cómo sucedió su liberación sino también el milagro y la transformación en su vida. Lo que nos dejó a todos sin aliento fue sentir su paz, su elocuencia, su misericordia, el amor que respiraba. Ha sido un hermoso testimonio del amor a la Virgen, de la fuerza del Rosario y de la fidelidad de la Reina. Transcribí un texto de una entrevista de CNN, que me llamó mucho la atención. Aunque pienso que no deberíamos tener que experimentar un secuestro para plantearnos estas cosas...
"Hay muchas cosas que cambiaron en mi vida, yo cambié muchísimo, yo creo que la experiencia de un secuestro en las condiciones que yo viví que son monstruosas – unas convivencias muy complicadas un trato muy inhumano- lo obligan a uno a cambiar de prioridades, a volver a redefinirse uno mismo, quién soy, que quiero, en qué creo, para donde voy, cuáles son mis prioridades, y obviamente uno en ese camino tiene que aliviarse de muchas cosas que uno lleva a cuestas, de muchas necedades, de muchas bobadas, volverse mucho más tranquilo, mucho más tolerante con las personas, aprender a respetar mucho más a la gente, volverse más exigente con uno mismo, tantas cositas que uno piensa que no son importantes, todo es importante, fue un cambio, yo creo, muy de fondo…"
lunes, julio 07, 2008
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