La letra del vals ‘Amarraditos’ se me viene a la mente cuando pienso en actitudes que ya no se estilan en el mundo de hoy. Por ejemplo la preocupación por los demás, el servicio desinteresado. En el mundo de hoy, la prioridad es uno mismo. Tener paz mental, estar en buen estado físico, tener tiempo para relajarse y hacer lo que a uno le interesa y le gusta, divertirse y pasarla bien. Nada de esto está mal, si es que no se pierde de vista la perspectiva de para quién uno debe estar bien, en equilibrio, en forma: para los demás, para la familia, los amigos, los compañeros de estudio y de trabajo, o para las personas que lo necesitan.
Gracias a Dios, hay todavía muchas personas que sí viven para los demás y nos dan ejemplo, entre ellas muchas de nuestras mamás... también de seguro se nos vienen a la mente ejemplos de personas que conocemos y que se destacan por el desinterés y por que siempre están ahí cuando los necesitamos, esa gente que sabe escuchar y poner el hombro.
Y si me preguntan cuál es el estilo de vida schoenstattiano, que en realidad está enraizado en el auténtico y milenario estilo de vida católico, aunque no lo pueda definir en una frase, lo describiría así: es esa actitud de interés en el otro, de atención a lo que el otro necesita, de hacer sentir a la otra persona que es importante, ese ser acogedor y hospitalario, ese crear vínculos entre las personas. El Padre Kentenich lo define mejor, es ese estar “el uno en el otro, con el otro, para el otro”.
Y si hablamos del Padre Kentenich, él lo vivió a cabalidad. Hay cientos de testimonios de cómo al llegar a conocerlo o a conversar con él, se preocupaba de cada detalle de la persona, incluso si ya había comido, la persona era el centro. Si alguna vez tienen oportunidad, les recomiendo ver el emocionante video-testimonio del Padre Horacio Rivas sobre el Padre Kentenich, en www.schmedia.cl (Contenidos / Padre Kentenich).
He tenido, como muchos de ustedes, la alegría de experimentar esa hospitalidad schoenstattiana en muchas oportunidades, y en especial cuando me ha tocado visitar centros de hermanas marianas. Hace poco tuve el regalo de estar unos pocos días en Chile, en el que aproveché de visitar a algunas hermanas, que bueno, son como mis hermanas, y me maravillé de nuevo con toda la preocupación y detalles con que me atendieron. Asimismo he sentido ese calor de hogar en casa de familias schoenstattianas y con muchos hijos del Padre.
Ese estilo, esa calidez, ese servicio, lo queremos aprender de un modelo extraordinario, María, nuestra Madre.
En mi ‘Hacia el Padre’ conservo desde hace muchos años una pequeña foto del Padre que en la parte de atrás tiene un escrito del Padre Kentenich que para mí, es el secreto para poder vivir ese estilo de vida mariano. Está en alemán y seguramente existe una buena traducción en alguna parte, pero yo ofrezco mi interpretación.
“Conserve su lugar en el corazón de la Madre de Dios. Allí pertenece Ud. en cada suceso, en cada caída. Allí encontrará paz, silencio, seguridad y confianza en la victoria, en cada acontecimiento, en cada momento. Haga Ud. el bien donde tenga oportunidad, y contemple en todo la bondadosa mano del Padre, quien guía y conduce su destino siguiendo un sabio plan de vida. Medite siempre en esta sencilla verdad: Dios es Padre, Dios es bueno, bueno es todo lo que hace. Cuando Ud. se aferre a esta verdad, dominará la vida, y será una fuente de bendición para muchos.”
domingo, junio 15, 2008
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