domingo, octubre 17, 2004

Reflexiones y Cantos sobre la Santa Misa - Aporte para el Año de la Eucaristía

Estas reflexiones y cantos están grabados en archivos mp3 en
http://homepage.mac.com/amsanvel (En Archivos y Musica, Santa Misa)

Cantos: Letra: Lorgia Sanchez de Loor, Música: José Plaza P.
Reflexiones: Angie Santos, basadas en el libro “Cómo vivir y comprender la Santa Eucaristía”, del P. Rafael Fernandez.

Introducción:
En éste nuevo milenio, el Papa Juan Pablo II , nos invita a poner nuevamente a Cristo en el centro de nuestra vida, para así, volver a cristianizar la cultura, en éstos nuevos tiempos.
Nuestra vida debe estar centrada en Cristo; el Redentor del mundo , por quien se nos da vida eterna , por quien somos hijos y no siervos, y en orden a quien fueron creadas todas las cosas.
La Eucaristía, como la oración perfecta y como uno de los puntos de encuentro con su persona, debe transformarse en la celebración más importante de la vida cristiana, fiesta de encuentro con Dios y con su pueblo, la Iglesia.
Que por medio de estos cantos que pueden acompañar la celebración de la Santa Misa, descubramos a Jesús, el Cristo, que tiene en María su Madre y Compañera, el Cristo Redentor del mundo y Buen Pastor que vino a dar su vida para salvar a todos, el Cristo de los vínculos de amor, el Cristo que está orientado en todo por el Padre, “patrocéntrico”, hijo predilecto, el Hijo Amado del Padre.

Así podremos ser “hijos en el Hijo”, personalidades nuevas, que transformen el mundo, tal como el Fundador de Schoenstatt, el Padre José Kentenich, nos lo encargó.

Con todo cariño le presentamos este trabajo, como regalo por el aniversario de su nacimiento,

Guayaquil, 18 de Noviembre del 2002.

Lorgia de Loor y Pepe Plaza.

Reflexión

Celebrar la Santa Eucaristía, es como experimentar un lugar que es sagrado a la vez que muy familiar, es experimentar lo santo, lo infinito, a la vez que lo cercano, lo palpable, lo íntimo. No siempre podemos abstraernos de los problemas que tenemos, de nuestras preocupaciones y apuros, de llegar por rutina u obligación. No siempre podemos llegar preparados, habiendo leído previamente las lecturas. No siempre logramos concentrarnos en la palabra de Dios, en la homilía. Pero nuestro pequeño esfuerzo debe ser acudir a ella con un corazón de hijo, con un corazón que acude por necesidad, por amor, por que sabe que lo necesita para vivir y recordando sus inicios, asistir a ella como lo que es, una cena con el Señor, una invitación, un compartir, un diálogo, una celebración.

I. Ritos Iniciales

Subimos a tu Monte Santo, venimos a ti Señor, a encontrarnos contigo, como quien visita a quien tiene en sus manos su salvación, como quien visita al familiar más querido, como quien viene a renovar fuerzas, como quien llega al hogar después de un largo viaje. Como lo hizo Moisés, nos quitamos las sandalias ante tu presencia santa, te bendecimos y nos alegramos. Hemos llegado a tu casa Señor, a cantar juntos, a alabar juntos, a agradecer juntos, a compartir el pan y el vino, tu cuerpo y sangre. Venimos a una fiesta, a tu fiesta, somos tus amigos, tu familia, tus elegidos.
¿Quién nos une sino tú, quién nos hace hijos, sino Tú, Jesucristo, el Hijo Amado del Padre?

Canto de entrada

Familia congregada
somos en Cristo una sola alma
El nos hace hermanos
nos une solidarios
y a la mesa, en su fiesta
todos somos invitados..(por eso.)

Levántate, mira
el Sol de Cristo ilumina
El es camino y en El Espíritu
hacia el Padre nos guía.

Pueblo de Dios
santo y consagrado en la cruz del Redentor
construyes la historia
con luchas y anhelos
buscando el regreso
a tu casa del cielo.. (por eso)

Iglesia bendecida
En el mar del tiempo navega sin temor
aunque el viento arrecie
aunque dudas lleves
confía segura,
El Señor lleva el timón..(por eso)


Señor, hemos llegado a tu monte santo, a tu cena, pero antes de compartir el vino y el pan, queremos purificarnos. No podemos sentarnos a la mesa con nuestros pecados a cuestas, con nuestra carga acumulada, con nuestro corazón amurallado. Cuántas veces te hemos fallado, hemos construído becerros de oro, hemos tirado la primera piedra, te hemos negado. Queremos que se ablande nuestro yo, que casi siempre está en el centro, que juzga, que es egoísta, y sobretodo, que no sabe reconocer que a veces cae, que a veces hiere, que a veces es infiderente a las necesidades de nuestros hermanos. Nuestro yo es experto en inventarse excusas para no ir más allá, para comprometerse más, para ponerse en el lugar de otros. Pero Tú eres grande Señor, Tú eres el Maestro bueno, que intercede ante nuestro Padre por nuestros pecados, así como lo hiciste con los leprosos, los publicanos, los ciegos, los paralíticos. Y esa carga que me quitas al perdonarme, me dará fuerza para continuar el camino y para aprender a perdonar a los que me rodean.

Canto de Perdón

Señor, Hijo del Padre
que viniste a sanar los corazones
ten piedad, ten misericordia
por que hemos pecado contra ti

Cristo Redentor del mundo
que viniste a llamar a pecadores
Ten piedad
muestra Tu misericordia
danos tu salvación

Señor, Predilecto del Padre
Que intercedes por nosotros ante El
ten piedad, muestra tu misericordia
porque hemos pecado contra Ti

Y la alegría se enciende... Cada día tú nos has bendecido, nos has regalado tu amor. Nos hemos encontrado con sonrisas, con palabras de amor y de ánimo, con miradas, con desafíos, con el apoyo de quienes nos rodean. Hemos descubierto cosas nuevas, hemos progresado, hemos vuelto a levantarnos, hemos aprendido a reconocer nuestras miserias. Y ahora nos toca a nosotros cantar, agradecer y alabar, pero no sólo por lo que hemos recibido, sino porque Tú eres grande, porque Tú te lo mereces, porque Tú eres Santo, porque Tú eres poderoso y porque la Santísima Trinidad ha hecho su morada en nuestro corazón. Como lo hizo tu pueblo al ser liberado de la esclavitud de Egipto, como lo hicieron los ángeles cuando viniste al mundo, como lo hizo Simeón cuando fuiste consagrado en el Templo, te bendecimos, alabamos, damos gracias y adoramos.

Gloria.-

Gloria a Dios, en las alturas
Paz y alegría en la tierra,
a quienes ama el Señor
a quienes ama el Señor

Gloria a Dios, Gloria Dios
Gloria a Dios

Por tu inmensa gloria te alabamos,
por tu amor y tu poder, te bendecimos y adoramos
Señor te damos gracias
Padre Omnipotente
Hijo del Padre

Gloria Dios,
Gloria a Dios,
Gloria a Dios
Amén


II. Liturgia de la Palabra

Señor, tu palabra es vida, tú mismo eres la Palabra, el Verbo, ese pensamiento, ese deseo del Padre Dios, pues el quiso engendrarte para hacerse más cercano a nosotros. Y esa Palabra de Dios, dicha hace miles de años, escrita en los corazones de tantos de tus hijos a través de los siglos, es hoy tan actual como entonces. Queremos aprender a silenciar nuestro corazón, a asumir esa actitud de atenta escucha de nuestra Madre María, queremos aprender a poner toda nuestra atención en el Tú... transportarnos al momento cuando tus amigos se reunían en torno a ti, mientras proclamabas la bienaventuranzas en el monte, o en el lago cuando las multitudes, sentadas en la playa, te oían predicar desde la barca. Tus palabras Señor, tenían una fuente: el amor entre tu Padre y Tú, brotaban de ese profundo encuentro en el silencio del desierto, en los largos caminos, en lo oscuro de la noche, en la soledad del monte. Queremos que esa palabra, que proviene del amor, que es sagrada, que es verdadera, que es viva y eficaz, penetre en lo profundo de los corazones, que la recordemos, que la tengamos presente, que sea la que nos guíe en nuestro camino y en nuestras acciones.

Aleluya


Luz que ilumina es Tu palabra
Dios de la vida Aleluya
Ábrenos el entendimiento
Y siémbrala en nuestro corazón
Aleluya, (Aleluya)

III. Liturgia Eucarística

1. Presentación y preparación de los dones:

Estamos a tu mesa Señor, nos hemos purificado, te hemos alabado, hemos escuhado tu palabra, y ahora queremos preparar juntos el pan y el vino que después compartiremos. Este pan y vino que simbolizan nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, nuestros pasos, nuestras caídas, nuestra paciencia, nuestra debilidad. Todo aquello que hemos venido a traerte. No se trata simplemente de buscar en la billetera algo de dinero y ponerla en la cesta donde lo recogen. Este es un momento de buscar en nuestro interior, aquel miedo, aquella preocupación, aquellas fallas y también aquellos logros y esfuerzos que queremos poner en el altar, junto al pan y el vino, para que el sacerdote al elevar la patena y el cáliz te lo presente a Ti, Señor, Dios del Universo. A Ti, a quien bendecimos y alabamos por siempre.


Presentación de las ofrendas

Bendito seas Señor por este pan
Fruto de la tierra y de tu generosidad
Aquí lo presentamos
Y preparamos el altar
El será cuerpo de Cristo
pan que vida eterna nos dará

Bendito seas, bendito seas, Señor.
Bendito seas
Bendito seas por siempre
Bendito seas Señor

Bendito seas Señor por este vino
Fruto de la vid y de tu generosidad
Aquí lo presentamos
Y Preparamos el altar
El Será sangre de Cristo
Bebida que nos salvará.





Preparemos

Preparemos el altar
Con frutos de la tierra: vino y pan
Que tu amor paternal,
En sangre y cuerpo de Cristo
transformarán.

Acepta la pequeñez
Toma nuestra voluntad
Transfórmalas también
para ser instrumentos de tu bondad....(Bis)

Preparemos el altar
Con frutos de la tierra: vino y pan
Que tu amor paternal,
En sangre y cuerpo de Cristo
Transformarán.

2. Plegaria Eucarística

Prefacio - Santo:

Padre Santo, queremos alzar la mirada hacia Ti, queremos levantar nuestro corazón hacia ti. No sólo es justo darte gracias, es necesario, pues Tú, que sabes de nuestra debilidad, que sabes de nuestra pequeñez, nos has regalado a tu Hijo, nos has regalado la salvación.
¿Cómo no alabarte en todo momento, Padre bueno, al contemplar las maravillas de la creación? Unidos en un canto, unidos a toda la creación, a los Santos, a María Santísima, a los ángeles, aclamamos con alegría tu grandeza, esperando que un día podamos contemplar tu rostro de Padre Misericordioso...

Santo

Santo, Santo, Santo
Señor Dios del Universo Cielos y tierra
de Tu gloria están llenos.

Hosanna en las alturas
Bendito es el que viene
En el nombre del Señor
Hosanna en las alturas

Continuación de la Plegaria Eucarística
Transición, primera epíclesis, narración de la institución del sacramento, segunda epíclesis, doxología final.
Luego de aclamar tu bondad y poder, Padre Bueno, hemos llegado al corazón de esta celebración. El Espítitu Santo desciende sobre el pan y vino, para transformarlos en sangre y cuerpo de Tu Hijo, luego rememoraremos el momento de la última cena y el sacerdote te ofrecerá y adorará ese cuerpo y esa sangre de Jesucristo. ¡Con qué amor verás a tus hijos reunidos ofreciéndote juntos ese sacrificio! Con qué amor recibirás y aceptarás cada día, en cada Santa Misa, esa Ofrenda, alguien tan preciado para ti, alguien a quien engendraste por amor. Cómo fluirá en ese momento el amor entre tu Hijo y Tú, ese amor que es el Espíritu Santo. Cuando Cristo, tu Hijo muy amado, se hace presente en el pan y en el vino consagrado, te adoramos con Él y en Él, te damos nuestro sí. En Él nos volvemos a Ti, Padre nuestro. Cargamos en los hombros de tu Hijo Jesús nuestras miserias, para recibir tu Misericordia, y te alabamos, te agradecemos, te pedimos y te glorificamos.


Rito de Comunión

Luego del sacrificio viene la cena, nos preparamos para recibirte en nuestros corazones, rezamos juntos el Padre Nuestro y nos deseamos la paz. En ambos, tú nos invitas a la reconciliación, a estar unidos a nuestros hermanos, juntos te recibiremos, como una familia. Como el cordero pascual que en el Antiguo Testamento nos recordaba la liberación de la esclavitud, Cristo sacramentado es el verdadero Cordero de Dios...

Cordero

Cordero de Dios
Que quitas el pecado del mundo
Ten piedad de nosotros, ten piedad


Cordero de Dios
que quitas el pecado del mundo
Ten piedad de nosotros, ten piedad


Cordero de Dios
Que del mundo borras el mal
Danos la paz, danos la paz
Danos tu paz.

Comunión

Estamos listos para recibirte, Señor, tú no sólo quieres que oremos juntos, que escuchemos tu palabra, sino que, como lo hiciste en la multiplicación de los panes, quieres compartir con nosotros tu pan que es tu cuerpo y ese vino que es tu sangre. Qué regalo es poder tocarte, poder verte, poder sentirte. Tu conoces nuestra pobre naturaleza que necesita palpar, experimentar... y te regalas a nosotros en el pan, en el alimento preferido de los pobres y de los niños... Ese alimento que nos enriquece, que nos da fuerza, que nos hace ser cada vez más niños, más humildes, más hijos en el Hijo. En Ti Señor, el Hijo Amado del Padre queremos hacernos pequeños, confiar en la bondad y misericordia de tu Padre, sumergirnos en su divina providencia, para que todos los acontecimientos que nos traiga el día o la semana, los vivamos en su presencia, y por lo tanto confiados, seguros, animados...


Canto de Comunión

Jesús,
pan bajado del cielo
Sacias el hambre del pobre, Jesús..
Jesús
eres camino verdad y eres vida
Esposo de las bodas del
campo gran tesoro.

Jesús Pastor de tu pueblo
Redentor del mundo luchas incansable
por llevar a todos
de regreso al Padre

Hijo amado del Padre
En mi vuelve a vivir
en el mundo de hoy
estoy dispuesto a resistir
que traspasen mi costado
A entregar lo más preciado
A morir junto a ti

Jesús,
la voluntad del Padre
Guía siempre tus pasos, Jesús
Jesús
con fe viva yo la busque
Para hacerla realidad
En las obras de mis manos

Jesús corriente infinita de amor que brota de Dios
Desborda mi corazón
Para aliviar el dolor
De quién vive en opresión.

Jesús, Cordero de Dios Victorioso
Vencedor del mundo, Jesús..
Jesús
con total libertad yo me entrego
Y en cada suceso por ti me decido..

Jesús hombre eterno
eres centro de mis pensamientos
Conquistas y anhelos
compañero de camino
De tu amor seré testigo.

Canto de Acción de Gracias

Gracias Señor
por enriquecer mi corazón
como en un Santuario
en él tienes morada
te adoro con fe
y a ti me ofrezco
con todo lo que soy,
con todo lo que tengo...

(Estrofa)

Envío:

Volvemos a la vida cotidiana, acompañados, enriquecidos, fuertes, renovados. Te pedimos que podamos entender la Santa Misa como un ejemplo y modelo para nuestra vida, que podamos y sepamos alabar, dar gracias, pedir perdón, presentar nuestros dones, confiar, creer, pedir, ofrecer, adorar, implorar el Espíritu Santo, y sobretodo, podamos estar conscientes de que Cristo el Hijo Amado del Padre, vive en nuestros corazones, y por ello nuestro Padre del Cielo nos ama, se preocupa por nosotros, está con nosotros... María nuestra Madre del Cielo, nos acompañará en este camino y será nuestra Aliada en todo momento...

Canto Final

Envíanos Señor renovados
Desde el altar a lo cotidiano
Sean nuestras acciones repetición
De este Ofertorio,
consagración y comunión


Con María, Mujer llena de sol
Asumimos la misión:
Ser portadores de Cristo
Y en los nuevos tiempos
Sea El Rey y Señor.

Ofrecer penas y alegrías
En la patena cada día
Consagrar la vida al Señor
acercando el corazón
Más y más al Padre Dios.....bis

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lunes, octubre 11, 2004

Grupos de Vida (Publicado en Revista Familia del Padre)


“Anhelos de Luz, Portadoras de vida” Así se llamaba mi grupo de vida de la Juventud Femenina de Schoenstatt, y teniendo en cuenta que mis hermanas de grupo tienen en promedio cuatro hijos cada una, solemos decir en son de broma que la Mater se tomó en serio la segunda parte del nombre. Después de 15 años nos juntamos cada vez que podemos a un café o a conversar. Algunas siguen en Schoenstatt, ya sea en la Rama de Madres o Familiar (o ambas), pero hay un vínculo especial, que nos hace diferenciarnos de otras amigas y que a la distancia, nos mantiene unidas. La experiencia de un grupo de Schoenstatt marca.


¿Por qué grupos de vida en Schoenstatt?

El Padre Kentenich formó a Schoenstatt como una Iglesia en pequeño, y la Iglesia es comunidad. La fe no se vive individualmente sino como parte de una comunidad. Schoenstatt está –como la Iglesia- modelado en la Familia, que generalmente es un grupo de personas que comparten vivencias, amor, metas, un lugar común. El Padre Kentenich definía la vivencia de familia como un “estar el uno en el otro, en el corazón del otro”.

Por ello en Schoenstatt las comunidades se dividen en grupos pequeños para su formación, crecimiento y aspiración. A los Institutos y Federaciones se ingresa como un “curso”, que comparte un ideal, y en la Liga se forman grupos, que generalmente buscan un nombre que los identifique y distinga. Cabe aclarar, que al ser la Liga más amplia también pueden formar parte de ella miembros que no participan de un grupo, sino que asisten a actividades comunes, el Fundador quería a Schoenstatt amplio y que todos encuentren un lugar en esta Familia.

En el “Manual del Dirigente” del Padre Rafael Fernandez, encontramos un claro esbozo de lo que es un grupo de Schoenstatt, y también de lo que no es:

“El grupo schoenstattiano no es simplemente un grupo de “buenos amigos”, ni un círculo de intelectuales que se dedican a elucubraciones ideológicas. Tampoco es un mero equipo de trabajo, o un club de autosantificación”. Queremos que nuestros grupos conozcan un profundo cultivo de la amistad, un serio estudio, un activo trabajo y seria autoformación. Pero todo esto constituye una unidad orgánica. Nuestros grupos están llamados a ser una comunidad de gracia, de vida e ideales que actúen en su ambiente como levadura. En el grupo schoenstattiano distinguimos cinco dimensiones fundamentales. El grupo es una comunidad fraterna, una comunidad de Alianza, una comunidad de ideales, una comunidad de formación y una comunidad de acción apostólica.”


El grupo: un camino de aprendizaje

El pertenecer a un grupo puede ser una hermosa experiencia, también un desafío, pero siempre es una experiencia de aprendizaje. Es una gran oportunidad para aprender a respetar, a tolerar, a sobrellevar, a salir de uno mismo para regalar lo propio a los demás. El grupo es un lugar para compartir los ideales, el amor que se va descubriendo por Dios y por la Mater, encuentros donde se gestan aspiraciones, ideas, iniciativas. Donde se da y se recibe apoyo, interés de corazón. A veces los grupos no resultan y a menudo se ‘reciclan’, pero son caminos de conducción de Dios.

Pero no nos engañemos, tengámoslo muy claro. Schoenstatt no es simplemente un Movimiento donde se recibe formación ‘por que sí’. El regalo de poder experimentar y compartir en un grupo es un compromiso. Dejemos que el Padre Kentenich nos lo diga con sus propias palabras:

“¿Hemos mantenido la conciencia de que cultivamos una élite porque así queremos luego captar a las masas? He aquí nuestro ideal: élite a causa de la masa; educar una élite para luego poder captar y hacer fermentar a fondo la masa.” (Pedagogía para Educadores Católicos, 1950)

Como schoenstattianos tenemos una misión para la Iglesia. Se concreta no sólo con la santidad de la vida diaria y familiar, sino también regalando nuestras fuerzas al apostolado, especialmente en nuestras parroquias. Nunca podremos decir que estamos totalmente formados, la vida es un constante aprendizaje, y nunca se aprende tanto como cuando damos de nosotros a los demás. Si cuando asumamos más tareas dentro del Movimiento y en la Iglesia, nuestras reuniones de grupo son cada vez menos frecuentes, no pensemos que estamos siendo menos schoenstattianos. En todo caso el grupo será siempre el lugar a donde volver a tomar fuerzas para seguir adelante. Seguir leyendo el artículo

jueves, septiembre 09, 2004

No todos los caminos llegan a Santa María (publicado en schoenstatt.de)

No todos los caminos llegan a Santa María, pero en Santa María nacen multitud de caminos
Relato no oficial del Congreso por el Centenario de nacimiento de Don Joao Pozzobon, Santa Maria, Brasil, 4 al 6 de Septiembre, 2004

Dicen que todos los caminos llevan a Roma y en los mismos días en que 2,000 schoenstattianos se dirigían a la bendición del Santuario Matri Ecclesiae en el centro del catolicismo, 400 misioneros y coordinadores de la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina, de 14 países tan distantes como Sudáfrica y cercanos como Paraguay, se reunían para celebrar la vida de un hombre santo, y beber de la fuente donde se santificó el Diácono Don Joao Luis Pozzobon, el Santuario Tabor.


No todos los caminos llevan a Santa María, es más, algunas personas tuvieron que hacer hasta tres conexiones de avión más una de autobus y viajar hasta 20 o más horas para llegar a esta hermosa ciudad en el corazón de Río Grande do Sul en Brasil. Pero en este sencillo y bendecido lugar se han forjado caminos originales, vidas se han transformado y ha nacido una corriente que tiene comienzo pero no tiene fin: la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina de Schoenstatt.

Diferentes tamaños, un sólo espíritu

Algunas delegaciones fueron llegando días antes, mientras las hermanas se afanaban con todos los preparativos, y en el Santuario se podía ver imágenes de la Virgen Peregrina con pequeñas diferencias, una cruz más angosta, diferentes alturas, y cuando uno se acercaba se veía por qué, una tenía el título de la MTA en alemán, otras veían de Estados Unidos, de Ecuador, etc. pero en esencia eran las mismas.

El día 3 de Septiembre era el fijado para la llegada de los participantes, y lo hicieron a diferentes horas. Ese día lo aprovecharon las delegaciones para hacer sus visitas propias, la delegación argentina fue a Riverao, donde nació Joao Luis Pozzobon, (su visita salió posteriormente en el diario local) la delegación de Ecuador hizo el Via Crucis desde el Santuario hasta la Villa Noble de la Caridad, el grupo de USA hizo el camino desde Porto Alegre con algunas paradas turísticas o relacionadas con el Movimiento, el grupo alemán visitó la ciudad, la Catedral y la Virgen Medianera, advocación con la que es venerada María en Santa María.

La llegada de Paraguay fue muy notoria, llegaron cantando con su Auxiliar, su bandera y su fuerza desde el bus directo al Santuario, donde rezaron y consagraron a su Patria, tan necesitada de oraciones en estos días.

Amistades al instante

El día 4 de Septiembre, día que comenzaba el Congreso, amaneció soleado, contrastando con el frío día anterior. En el ambiente había una alegría contagiosa, los saludos entre personas que no se habían visto nunca eran cariñosos y entusiastas. Se hacían conexiones instantáneas entre gente de diversos países, se empezaban a crear vínculos y contactos, a absorber vivencias y a sentir delicados detalles y regalos de la Mater. Era como una corriente eléctrica, que energiza y alumbra.

Las actividades estaban centradas en el amplio y bien equipado Salón de Conferencias del Centro Mariano. El coro de hermanas y laicos dio la bienvenida con cantos. Una pareja fue encargada de ser los presentadores del día. Comenzaron presentando a las autoridades presentes. Siguió con un emotivo homenaje a la vida de Don Joao, donde su familia era también protagonista, uno de sus nietos, que lleva nombres y apellido de su abuelo, era el emocionado y sonriente encargado de llevar hacia la tarima la Imagen de la Virgen Peregrina con la que su abuelo peregrinó más de 140.000 km llevando bendiciones a donde Ella llegaba. Durante esa hermosa ceremonia inicial, hablaron el Obispo de la Diócesis Don Helio Rubert y representantes de la localidad, todos reconociendo la figura de Don Joao como un personaje extraordinario e importante para Santa Maria, incluso el delegado municipal dijo: En Don Joao se cumplen también las palabras: “El ha obrado en mí cosas grandes y todas las generaciones me llamaran
bienaventurado”.

Siguiendo el programa del día, el Padre Juan José Riba, asesor nacional de la Campana del Rosario en Argentina, habló sobre las fuerzas fundamentales de Schoenstatt ilustradas en la vida de Don Joao y entre otras cosas, destacó el carácter laical de este apostolado. Ya no son los sacerdotes y las hermanas los que planifican y empiezan a organizar o a fundar en diferentes lugares: ahora son los laicos que dicen ‘Padre, hermana, por favor vaya a esta u otra ciudad o pueblo’.

Otros eventos fueron la visita a la casa de Don Joao, que está en remodelación. Esto mientras en la calle había una caravana con otro tipo de Campaña: política, para elección de alcaldes. Esto obligó –Divina Providencia- a que de regreso muchos tuvieran que bajar de sus buses y hacer el camino que Don Joao hacía diariamente desde su casa al Santuario.
También hubo testimonios, y uno de los más conmovedores fue el de una pareja argentina que junto con el Padre Esteban Uriburu y un grupo de argentinos internacionalizaron la Campaña. (más adelante estarán disponibles charlas y testimonios)

Una Virgen Peregrina para el Santuario de Roma

Por la tarde se llevó a cabo una Misa con el Obispo Ivo Lorscheider, que fue muy cercano a Don Joao, se envió una Virgen Peregrina con el Presidente Nacional de Schoenstatt, Padre Antonio Bracht que asistiría a la bendición del Santuario de Roma. La Virgen Peregrina tiene la impactante inscripción ‘La Campaña salvará al mundo’, dichas
por el Obispo que en los años cincuenta prohibió el Movimiento en la Diócesis de Santa María y que años más tarde, al conocer Schoenstatt y a su Fundador, pidió perdón y se convenció de que Schoenstatt era una bendición para la Iglesia. Al final de la Misa se enviaron las nuevas Peregrinas Auxiliares, para Argentina, Chile y Ecuador.
El día culminó con una entretenida noche cultural, con presentaciones de los diferentes países. Cantos y bailes y hasta juegos que iniciaron la delegación alemana que consiguió levantar de sus asientos a todos los participantes.

Continuando la tradición de la Romería de Primavera

El Domingo el congreso participó por la mañana en la tradicional Romería de Primavera, iniciada por Don Joao, en la que luego de una peregrinación desde tres capillas que el estableció se celebraba una misa y se bendecían las semillas. Este año se realizó enmarcado en un radiante día de sol y un fuerte viento norte que hacía volar todo, recordándonos los muchos vientos nortes y días de lluvia, dificultades y obstáculos que Don Joao experimentó durante su vida mientras trataba de llevar la campaña a todos los lugares.

Hubo varias charlas expuestas por Hermanas de María, que nos dejaron pensamientos muy claros sobre Don Joao. La primera, muy completa e interesante de la Hna M. Rosequiel sobre la participación de Don Joao en la misión del Padre Kentenich. Luego la Hna. M. Lubia nos mostró cómo si queremos llegar a seguir a Don Joao, que hacer como él: caminar junto al Padre Kentenich, ofrecer la vida por el desarrollo de la Obra de Schoenstatt, y como el cirineo, ayudar a llevar el peso de la misión del fundador, en actitud de filialidad heroica. Luego las hermanas de la Provincia de Atiabaia hicieron una presentación que mostraba a Don Joao como hijo del Tabor.

La culminación hermosa del día fue el Rosario iluminado internacional, en que las delegaciones se repartieron las Ave Marías y misterios. El ambiente de oración y unidad, hicieron a muchos emocionar y derramar lágrimas de alegría.
El último día estuvo destinado a compartir testimonios, conocer sobre el proceso de canonización de Don Joao y exponer experiencias de los diferentes países, después de las cuales no queda otra que maravillarse con la fuerza que tiene esta campaña y de cómo nuestra Madre en su imagen obra milagros de transformación.

Un final con efectos especiales

La parte final del congreso estuvo llena de gratas sorpresas. En la Misa de clausura del Congreso estaban presentes numerosos familiares de Don Joao Pozzobon. El Obispo Diocesano, Don Helio Rubert habló hermosamente con una alegría notoria sobre la bendición que fue Don Joao para la Iglesia en Santa María.

Lo más impactante fue a continuación de la Misa, cuando los participantes se dirigieron a las afueras del Santuario, donde había una torta por los 100 años de Don Joao. De repente se escuchó en los altoparlantes el ‘Aleluya’, se abrió la puerta del Santuario que estaba por dentro a oscuras y desde donde destellaba una luz. Una sombra con la Imagen de la Virgen Peregrina a cuestas hizo poner a todos con “los pelos de punta”. Se trataba del nieto de Don Joao, vestido con terno y la famosa corbata azul, color que siempre usaba Don Joao, quien en medio de aplausos, coronó la auxiliar y la mostró a una multitud que vibraba de alegría y emoción. Luego se cantó el “cumpleaños feliz” en muchos idiomas y las delegaciones de Colombia, Chile, Alemania y Ecuador no pudieron evitar bailar delante del Santuario contagiando de alegría a todos los presentes.

El Congreso ha sido para todos una irrupción divina, un conmoverse hasta las lágrimas y como decía el Padre Juan José Riba en una Misa en el Santuario antes de que empezara el congreso, un venir a buscar un proyecto de vida.

No todos los caminos llevan a Santa María pero desde ese lugar tan sencillo han nacido innumerables caminos, por donde la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt ha bendecido innumerables familias. La imagen de Don Joao, tan esforzado, tan cercano a la Iglesia, tan entrañablemente unido a la Mater y a su imagen de gracias, tan humilde y tan claro en su pensar y actuar, quedó sellada en los corazones de los participantes, que regresaron a sus países con mucha fuerza y renovados en la misión,

En este encuentro, como en otros encuentros schoenstattianos, los vínculos y el enriquecimiento mutuo, las experiencias compartidas, sobrenaturales como naturales (como las de las delegaciones colombiana, chilena y ecuatoriana compartiendo una caipirinha, un trago típico del Brasil) las traducciones, el lenguaje de señas, las miradas, las sonrisas son la vivencia más importante. Cabe destacar el esfuerzo y trabajo de las Hermanas de María y su calidez y preocupación personal por cada uno, y de las comisiones encargadas de organizar el encuentro, también las miles de Ave Marías rezadas en preparación. El calor y el problema de los traslados entre el centro y el hotel no hicieron mella para el éxito de este encuentro. Con el perdón de todas las simpatiquísimas delegaciones internacionales, se podría decir, que el pueblo brasileño es quizá el más cálido, acogedor, descomplicado que hay, y sin duda lo son más aún si son schoenstattianos.

A continuación, un extracto de una charla que dice mucho lo que fue la MTA y Schoenstatt para Don Joao, y que nos dice mucho a nosotros también:

“Don Joao tenía muchas veces que defender la imagen de la Madre y Reina Tres Veces Admirable. Un capellán, por ejemplo, pidió a la policiía comunicarle que quería hablar con él para que cambiase la imagen. Don Joao se presenta y sigue la pregunta: “¿Usted no querría cambiar esta imagen? Don Joao responde “¡No, soy consagrado a Ella!”
Otra vez el Obispo quiso convencerlo a cambiar la imagen, explicando largamente los titulos de la Santísima Virgen. Después de mucho escuchar, Don Joao pide al Obispo que escuche también al reo, y dice: “Yo pienso hasta en setenta titulos... Pero me postro delante de todos los titulos, les pido protección, pero no siento nada. En cambio, cuando me postro delante de la Madre y Reina tres veces Admirable, tengo un campo vasto, una apertura sin límites, entonces ¿qué es esto?
-Los Padres dicen: cambiemos esta imagen ya que es la misma.
-Si es la misma, ¿por qué cambiarla? Entonces, pido el permiso para continuar con la misma imagen de Nuestra Señora.
Pero el obispo insistió: le doy el permiso si cambia la imagen.

En ese momento, sin saber qué hacer, don Joao enseña al Obispo la cruz que recibió de manos de Monseñor Antonio Reis, cuando hizo su consagración del Poder en Blanco, con la inscripción: “Fidelidad por fidelidad, hasta la muerte”
-¡Es muy hermoso! Dijo el Obispo.
-Ahora, señor obispo, ¿necesito quitar esto que está grabado? Entregué mi corazón a la Madre de Dios, allá en el Santuario, ¡Juré fidelidad hasta la muerte y, por eso, fue grabado en la cruz que recibí en el momento de la consagración!

El Obispo no sabía qué decir. Y don Joao añadió:
-Si pudiese cambiar el corazón, también cambiaría la imagen, pues mi corazón también ha sido consagrado a ese titulo.
-El corazón no se cambia - observó el Señor Obispo.
-Seguramente a usted no le gustaría que quitase este mi lema; juré fidelidad hasta la muerte, ahora, ¿qué puedo hacer?
Está bien, Señor Joao, puede continuar.”

(Tomado de Héroe hoy (P. Esteban), y conferencias del Sr Arendes en Santa María, citado en la charla de la Hna. M. Lubia Bonfande) Seguir leyendo el artículo

domingo, agosto 15, 2004

Estrella de la mañana y faro de esperanza

No puedo evitar recordar la vez que pasé un 15 de Agosto en Nazaret. Es el día de la Asunción y la fiesta mariana más importante del año litúrgico. Y pisar el lugar donde el Ángel anunció a María la misión de su vida no sólo terrena sino eterna, fue una experiencia marcante.
Cuatro años después me encontraba en la víspera de esa fecha en Nassau. Este año la hermosa fiesta caía Domingo. El sábado es mi día favorito, día mariano. Cuando estaba en Ecuador generalmente iba al Santuario el Sábado a la misa de la mañana. En Houston encontré cerca una misa a las 9am y después rezo el rosario con un grupo en una capilla preciosa de esa parroquia. Para mí eso es una gran bendición, pues me cuesta que en casi ninguna misa en mi parroquia mencionan a María en la homilía.

Pero en Nassau no había misa por la mañana del sábado. Así que mientras al medio día esperaba a una amiga que pasaría por mí para llevarme a turistear, puse la televisión, Fue impresionante ver una parte de la transmisión de la visita del Santo Padre a Lourdes. Verlo llorar frente a la gruta y poder rezar el rosario al mismo tiempo que él fue una emoción muy profunda.

Por la tarde fui a la misa, con mucha expectación, pues al ir a conocer la catedral lo primero que vi fue la imagen de la Virgen, así que imaginé que esta era tierra mariana y así era. La misa es una de las más lindas a las que he asistido, no había mucha gente pero el órgano y lo hermoso que cantaba la gente la hacía muy sentida, muy especial, la gente muy cálida. El padre incluso nos hizo cantar el magnificat en medio de la homilía. Era impresionante ver el vitral sobre el altar, estaba la trinidad pero lo que más se notaba era una hermosa imagen de María coronada, no podía evitar mirarla, mirarla y quererla, quererla y mirarla.

Siempre he querido mucho a la Mater, pero ahora estoy rematada, es un amor cada vez más profundo, más diario, más constante. Ver su imagen o ver que alguien exprese su cariño hacia ella me taladra el alma, me emociona y me alegra. Es como si fuera mía y que alguien más la quiera y le muestre su amor me hace sentir orgullosa o feliz.

Debe ser que ahora que vivo sola, Ella se ha vuelto cada vez más mi compañera y mi mamá, a Ella saludo cuando llego a mi casa, de Ella me despido aunque un poco apurada y sin mucha ceremonia. Con ella me siento a comer. A Ella le cuento mis cosas, aunque a veces no me doy mucho tiempo para rezar. Pero sí es una presencia y una interacción más real. Seguir leyendo el artículo

domingo, julio 11, 2004

La Autoridad (Publicado en Revista Familia del Padre)

El Padre tiene la palabra: La Autoridad

“Hoy ya no existen ‘tierras de niños’ por que tampoco hay tierras de madres y de padres.” El Padre Kentenich solía citar esta frase de Nietzche y lo interpretaba con sus propias palabras: “no hay niños auténticos porque no hay padres auténticos.”

Esto me recuerda los comentarios de una adolescente, que razonaba con algo de madurez describiendo a sus compañeros de colegio: todos quieren ser adultos y actuar como lo hacen los adultos, quieren tener auto, celular, dinero y libertad para hacer lo que quieran. Sin embargo ella mismo batallaba contra la autoridad de sus padres que “no la dejan hacer nada”. Existe hoy una gran tensión en saber ejercer la autoridad poniendo límites y por otro lado dejar a los hijos “su espacio”, algo de libertad, y hacerles experimentar que confían en ellos y respetan su criterio. Esto un arte, pero por lo general los padres se van a uno u otro extremo.

Dejemos que el Padre nos hable sobre este tema tan vital:

“La autoridad paternal de Dios es por excelencia la “forma original” de la autoridad terrenal o humana. Todas las otras formas de autoridad son secundarias, se apoyan o complementan en la autoridad paterna. La conciencia de padre se pone de manifiesto en la labor de educar a los hijos en la obediencia y la valentía; mientras que la autoridad de la madre –apoyada en la del padre- tiene la misión de educar al niño en la capacidad de sufrir y soportar.”

El padre humano: transparente del Padre Dios

El Padre Kentenich decía que el padre humano es en todo sentido el más maravilloso transparente del Padre Dios, y el más directo. Y examinaba las cualidades de Dios que pueden aplicarse al padre humano, o en caso de ausencia del padre, a quien le toque asumir ese rol. Ofrecemos una síntesis para que lo mediten aquellos a los que les toca ejercer la autoridad paternal.

1. Inmutabilidad Divina – Debe haber una cierta inmutabilidad en los principios y en las decisiones de quien es portador de la autoridad paternal en la familia.
2. Omnipresencia: El Padre humano tiene que ser omnipresente para sus hijos, física o espiritualmente. Debe tenerlos siempre presentes en su mente, en su perspectiva de interés, en su corazón.
3. Omnisciencia: El padre debe saber todo lo que de alguna manera concierne a sus hijos. No un conocimiento obsesivo, sino bondadoso y extraordinariamente enaltecedor. Es enaltecedor cuando el padre cree siempre en el hijo, aunque haya sufrido mil decepciones.
4. Sabiduría: El padre humano debe ser también sabio. Sabrá medir sabiamente lo que su hijo puede soportar, sabiamente pesará la carga que se le imponga, sabiamente planteará las exigencias y sabiamente dosificará los regalos que le haga.
5. Santo: Los padres deben ser santos ¿Quién es santo? Aquel que gire continuamente en torno del eterno Padre Dios y de sus deseos y voluntad.
6. Misericordioso y justo. Ese es también el rol del padre humano: justicia, honradez y equidad inquebrantable, no se deja sobornar. Pero Dios Padre es asimismo, infinitamente misericordioso y sabe perdonar cuando el hijo perdido regresa a casa.

Un gran ejemplo de autoridad

Conocemos por relatos de personas que lo conocieron, que el Padre Kentenich era un transparente del Padre Dios y por lo tanto encarnaba la autoridad en el sentido querido por Dios. La misión de su vida fue mostrar la imagen de Dios Padre, de Jesús, el Hijo del Padre, del Espíritu, el amor entre el Hijo y el Padre y de María, la educadora que da a luz al Hijo y gira en torno al Padre.

La palabra autoridad procede del latín-auctoritas, auctoritatis- que viene a significar: prestigio, influencia, modelo, ejemplo, persona o cosa que merece tomarse como tal. También se puede tomar el sentido de este vocablo desde el verbo latino augeo,-auxi, auctum- que significa acrecentar, aumentar, hacer prosperar. Por ello podemos decir que el Padre Kentenich era una autoridad “en todo el sentido de la palabra”. Para los que de una u otra forma nos toca ejercer la autoridad ya sea en la familia, en el trabajo, en los grupos o comunidades, el Padre es un excelente modelo. Cada persona que llegaba a él recibía toda su atención, él la escuchaba, comprendía y aceptaba, pero también era firme y exigente pues anhelaba que creciera en su vida espiritual. Tenía siempre presentes a los suyos, los servía, rezaba y se sacrificaba por ellos. Así lo sigue haciendo en su nueva presencia…

(Citas: Kentenich, José, Pedagogía para Educadores Católicos – Jornada Pedagógica 1950, publicado por las Hnas. de María, Argentina, 1994) Seguir leyendo el artículo

viernes, mayo 14, 2004

En una montaña de higuerilla

Memorias de mis vacaciones de la niñez en Bahía de Caraquez


El revolcarme sin temores ni remordimientos en una montaña de higuerilla, es quizá uno de los primeros recuerdos que tengo, y estos recuerdos tienen como lugar central una pequeña pero hermosa ciudad en una bahía y sus alrededores, de donde es originaria mi familia y a donde viajábamos con frecuencia en vacaciones o feriados. Qué gran diferencia era para mí sentir el viento en la cara al ir sobre el techo de un camión que transitaba a toda velocidad por una playa ancha, a lo que me hacían sentir las cercas y puertas que restringen todo en la ciudad donde vivía.

El olor de un potrero lleno de vacas, de la cocina de leña de la hacienda mientras se preparan empanadas de plátano verde, los gritos y quejidos del borracho que pasaba cada noche por la calle y el canto de los pájaros del corredor se grabaron en mí y en la mayoría de mis cuarenta primos.

La casa de mis abuelos era de madera y tenía más de cien años, en el piso de arriba vivían sus ocupantes y el de abajo servía de oficina. El piso de la casa era de listones anchos, relucientes y fuertes. Uno de mis pasatiempos era mirar por uno de los hoyos naturales de la madera hacia abajo, hacia las instalaciones que hacían de oficina, que con su mesón y puertas medianas que se abren y vuelven a su lugar, me recordaban uno de esos bares que había visto en las películas de cowboys. En las paredes de la oficina se veían fotos de ganado Cebú y Holstein y viejos calendarios de Navieras alemanas, testigos de tiempos de gloria, de inmensos barcos que recalaban en la Bahía y traían novelerías y tesoros de mundos más adelantados, y se llevaban los frutos y semillas de la tierra, la higuerilla, el cacao y la tagua. Tiempos “idos y no volvidos”, de gran progreso impulsado por mi abuelo, un hombre muy respetado y emprendedor. Pero su posterior enfermedad, el reemplazo de las semillas por material sintético y la sedimentación de la bahía hicieron que el comercio por mar se extinguiera en ese hermoso lugar.

Y la oficina me era por lo tanto, algo aburrido, algo del pasado, con letreros y papelería que ya no servían y sobretodo se sentía en el ambiente un remordimiento y un vacío de agitación y actividad. Yo prefería las novedades y las cosas hermosas.

Más interesante era el piso superior. La casa era mágica, pues la puerta de entrada sólo se cerraba por las noches y cuando sus ocupantes pasaban la temporada de calor en el país del norte.

Me encantaba llegar porque no había que tocar la puerta. Ésta daba a una escalera que conducía al piso superior, a una especie de terraza que llamaban “el corredor”. Ahí, colocadas en dirección a la puerta, había tres sillas que sólo ocupaban los personajes más importantes, el abuelo por supuesto, siempre en la silla más grande y central y la abuela a su lado. Había otras sillas a los lados y varias hamacas de paja atrás de las sillas importantes, en donde se mecían a turnos los nietos y jugaban los más pequeños. El corredor daba a un patio y desde él se divisaba la bahía, las palmeras que se mecían adormiladas, los autos y los turistas. Desde el corredor se daban órdenes a gritos hacia el patio, se saludaba a la gente que pasaba por la calle, se vendía leche de la hacienda y se disponía de las comidas, que siempre eran deliciosas y abundantes y se las servía por tandas, dependiendo del número de comensales que llegaban, avisados y sin avisar –lo cual era lo de menos- siempre había suficiente. Las comidas las preparaba una señora de edad muy avanzada que apenas tenía dientes y sus ojos estaban como borrosos, a la que de niña le tenía yo un tanto de miedo, aunque más bien era respeto. Cómo no respetar esa sazón y esas habilidades. Con los años me di cuenta que esos ojos borrosos se debían a las cataratas.

En algunas épocas los familiares de otras ciudades coincidían y no importaba cuántos vinieran, a todos se los acomodaba. Al llegar se les asignaba el primer, segundo o tercer cuarto (así eran los nombres de los cuartos, aunque era difícil adivinar su orden lógico). Los cuartos no tenían puertas, todos estaban conectados por un pasillo interior y sólo el del fondo tenía una ventana que daba a la calle. Cada uno tenía también una hamaca de paja toquilla, que eran la mejor diversión de los pequeños y el lugar más adecuado para hacer la siesta. Si se corría con suerte, le podía tocar a uno el cuarto de invitados, también llamado el cuarto nuevo, que tenía ducha y baño. El resto debía compartir por turnos una ducha y un WC que estaban al lado de la cocina. A mí que desde entonces era demasiado pudorosa y recatada, me costaba un poco utilizarlos y hacía todo tipo de maniobras para vestirme dentro de la ducha sin que se me mojara la ropa. En contadas ocasiones se podía utilizar el baño de los abuelos, que no tenía puertas, sino una cortina, y que tenía un amplio ventanal que tenía vista a las casas de atrás, que a su vez, obviamente tenían vista al cuarto de baño.

La mesa del comedor era sin lugar a dudas el lugar central, con sus sillas acolchonadas y los vasos de plástico granulado y de colores, en los cuales las bebidas heladas sabían a gloria. Ahí se sentaban los hermanos, primos, sobrinos, en primero, segundo y tercer grado, a distintas horas y a conversar de los temas más normales. Desde entonces empecé a interesarme en las conversaciones de los mayores y a escuchar callada, pasando casi desapercibida, los sucesos de la vida, de la política y la religión. También en algunas ocasiones, las conversaciones y las polémicas se trasladaban a la sala. Esa sala era presidida por una gran ventana, que originalmente no tenía tela metálica ni vidrio sino que tenía esas ventanas de madera que se abren hacia fuera. Desde allí se contemplaba el paso del tiempo en esa original y pequeña ciudad, se fabricaban historias o suposiciones y se avistaba a los invitados cuando iban llegando.

Los domingos por la mañana se mantuvo por décadas la tradición de desayunar panes de almidón, más conocidos como panes de yuca, hechos con queso de la hacienda y almidón de yuca, panecillos grandes y dorados, que constituían el plato único de esa mañana pero sumamente apetecido por todos. Los familiares y conocidos iban llegando a medida que se despertaban o que venían de misa y para todos alcanzaba. No me equivoco si afirmo que para todos los nietos es hasta hoy una experiencia llena de significado y recuerdos el saborearlos. Muchos bisnietos que no conocieron a los abuelos o la casa han heredado la afición de comerlos, por algo será, lo llevan en las venas.

Yo era tímida e insegura, pero siempre veía mas allá. Aunque era distraída lo observaba todo y lo iba plasmando en mi corazón, como los artistas que pintan o los que toman fotografías. Ya desde ese tiempo empecé a tener la costumbre de gozar de la vida, vivir el momento y grabar en la retina las escenas hermosas y los paisajes entrañables. Cuantas caídas de sol, cuantas mareas y oleajes, cuántos sabores, olores, cantos y miradas guardaba en desorden en mi mirada y ese lugar es el prisma y el fundamento de mis experiencias posteriores.

Como por ejemplo la escena de cuando se iba llegando a la Bahía. Antiguamente para llegar se utilizaba un camino montañoso lleno de curvas endemoniadas. Atravesar ese camino en los veinte o treinta minutos previos a llegar era una verdadera tortura. Algunos de mis hermanos o primos se mareaban. Yo nunca tuve ese problema, pero esperaba impaciente el momento mágico en que las curvas iban disminuyendo y a lo lejos y desde lo alto, se veía la desembocadura del río y la hermosa ciudad enclavada en la bahía. En ese momento quedaban atrás las ataduras y calores tropicales de la ciudad de cemento y grillos, y se experimentaba un panorama de apertura, de amplitud y libertad.

Cada año y en diferentes épocas se iba repitiendo esa sensación y volver era como experimentar la dimensión desconocida, tan radical era el cambio con lo que vivía en la ciudad. La costumbre cuando se llegaba era saludar desde lejos a los que estaban en la ventana de la casa de cien años, hacer un recorrido corto en auto por el malecón de la ciudad, dar la vuelta por la rotonda del obelisco donde los desempleados, los borrachos y los vagos se reunían, y finalmente subir a la casa con bártulos, maletas, frutas y vegetales comprados en el camino.

Y cada vez era lo mismo. Al llegar saludaba a mis abuelos y tías, me despojaba mis ataduras citadinas y me iba directo a una de las hamacas. Mis primos que vivían en el barrio residencial llegaban poco después, ya que la llegada de primos citadinos se siente como si se tuviera un radar. En ocasiones coincidíamos con nuestros primos de la sierra, también de visita, mayores que yo, pero para mí eran de lo más interesantes, originales, y simpáticos, y son justamente los que más han conservado los vínculos con el resto de primos. A mí me encantaba seguir a mis primas mayores y escuchar sus historias y novedades, pero también escuchar las locuras de mis primos hombres y su pasión por los animales y el fútbol. La mayoría de ellos había recibido una vaca de regalo de parte de la tía mayor, soltera y que manejaba la hacienda que quedaba en el otro lado de la bahía. Ella trabajaba durante el día y a su regreso traía leche y queso, y también carne, si alguna de sus vacas se había “descaderado” (término que nunca he entendido). Nuestra tía mayor era como los ojos y manos de nuestros abuelos. Siempre era ella la que se preocupaba de que no nos faltara nada y se olvidaba de ella misma para que todos estuviéramos bien atendidos. Cuando nos íbamos, nos mandaba bien aprovisionados de manjar y rompope hechos por ella…

Había dos playas en la pequeña ciudad, una era un acantilado sin olas y tranquilo y otra que daba al barrio residencial y que era amplia y con olas grandes. Allí nos bañábamos hasta tarde y se contemplaba la caída de sol, las monjas se bañaban con hábito y todo, los surfistas tomaban las olas con sus tablas y los enamorados se abrazaban. La otra tía soltera era nuestra incansable “paseadora”, con ella dábamos una y otra vez vueltas a la ciudad, comprábamos los helados del Richard, o los panes de yuca de la esquina del Tennis Club.

Aunque el abuelo estaba mayor y enfermo, era notoriamente el centro de atención. Yo lo contemplaba desde lejos siempre, con un aire de respeto y un signo de interrogación. Ese personaje de cabello blanco, barbilla partida y ojos claros, que vestía de blanco, había comenzado pobre, tratando de ayudar a su madre, que había sido abandonada por su esposo. Dicen que en uno de sus primeros trabajos de comerciante recorría largos trechos a caballo y que con los años y la artritis, los dedos de la mano le quedaron en la posición con las que tomaba las riendas del caballo. De la mayor parte de su vida tengo un borroso vacío, sólo sé que cuando yo lo conocí, era un próspero hacendado que poseía kilómetros y kilómetros de tierras y ganados, por lo cual concluyo que debió haber sido un hombre muy constante y trabajador. Como era en esos tiempos, lo que él decía se hacía, y para mi abuela, que dio a luz once veces (diez hijos le sobrevivieron) su palabra era la ley y su vida se la dedicó por entero. Tengo entendido que no era muy comunicativo ni cariñoso, pero no se me borra nunca de la memoria el día en que supimos que falleció, el haber visto a mi mamá secándose las lágrimas con una toalla, porque un pañuelo no le bastaba.

Mis recuerdos más gloriosos y entretenidos son de cuando mi abuelo estaba vivo, pero son también los más borrosos y me llegan como flashes, seguramente estaba muy pequeña. Esos momentos mágicos no los vivieron nuestros primos menores. Eran en la casa de hacienda. En ese tiempo se hacían grandes reuniones en ese lugar con hijos, sobrinos y nietos. Se llegaba hasta allá cruzando la bahía en una gabarra que transportaba carros. Recuerdo como si fuera ayer el Land Rover azul, un carro tosco pero fuerte haciendo fila en el malecón para subirse en la gabarra, y que al llegar a la otra orilla emprendía el camino en una playa hermosísima, plana y ancha que desde entonces ha hecho que cualquier otra playa que conozca me parezca insignificante. La casa de la hacienda estaba en el pueblo, que seguramente se formó gracias a las fuentes de trabajo que creó mi abuelo. No era una casa grande ni lujosa, pero en ese tiempo se me hacía inmensa, con amplias habitaciones. Aquí también la vida se desarrollaba en el piso superior. Los comedores y cocina se conectaban a los cuartos con corredores exteriores, al aire libre, desde donde se podía ver hacia el corral a donde llegaban las vacas, y donde según creo, talvez dejando volar mi fantasía, se hacía el queso.

El queso de la hacienda es digno de mención y junto con el almidón de yuca forman una de las tradiciones y experiencias familiares más importantes. Era de una constitución mas bien seca, para nada cremosa. Era muy salado y se la hacían muchos hoyitos y crujía al masticarlo cuando estaba fresco. Lo más interesante era que este queso se llevaba muy bien con las sartenes, no se deshacía al cocinarlo y por lo tanto uno de nuestros manjares más apetecidos era el “queso frito” como lo llamábamos. Uno lo tomaba con el tenedor de un extremo y se iban haciendo unas hilachas interesantísimas pero no perdía su consistencia, lo comíamos con tostadas o solo.

En la hacienda había una cocinera legendaria, morena y con nombre de película de miedo, pero inolvidable. El comedor y la cocina eran rudimentarios pero de ahí salían y ahí se probaban platos deliciosos y abundantes.

Desde la hacienda partíamos en el camión o en el Land Rover ya sea hacia la hacienda o hacia la playa. En esta última amplia y hermosa, habían unas cavernas en las cuales estaban inscritos los nombres de muchos enamorados.
Lo que se me hacía muy incómodo eran las noches, pues la casa no estaba preparada para tanta gente y sobre todo porque salían los insectos y los murciélagos. Varias niñas compartían una cama, de eso estoy segura, pues mi único recuerdo de los tres años es el de haberme caído por el medio de dos camas unidas y haberme roto la clavícula y tomado luego una avioneta de vuelta a la ciudad. Me pusieron un chaleco de yeso, creo que luego regresamos a la hacienda.

Con la muerte del abuelo, cambiaron algunas cosas, entre otras que mi mamá y sus hermanos recibieron su herencia, la cual se repartieron sin mucho problema, las tierras y el ganado. Pero también fue el comienzo del desmembramiento de la hacienda, pues algunos vendieron sus tierras y también su ganado, y la casa de la hacienda pasó a uno de mis tíos.

Así que la vida familiar y los recuerdos posteriores se trasladaron a la casa de cien años, y mi abuela ocupó la silla más grande y central en el corredor. Ahí se sentaba por horas recibiendo visitas, nietos e hijos y por supuesto, dando órdenes y disponiendo las comidas, aunque ya no vendía leche. Ella tampoco hablaba mucho pero estaba omnipresente y seguía detenidamente la vida de cada uno de sus hijos y nietos y se preocupaba por todos. Para sus ochenta años tuvo la alegría de reunir a sus cuarenta nietos, cada uno le regaló una rosa.

También hubo cambios físicos con los años, por alguna razón desapareció la playa que daba a la zona residencial, hubo fuertes inviernos y terremotos y turistas de la sierra construyeron edificios.

Los años de infancia y juventud fueron pasando pero siempre todos regresábamos a la casa de la abuela, íbamos a las fiestas, algunos experimentaban sus primeras borracheras, sus primeros flechazos o su primera vez conduciendo un auto. Y se mantenía la sagrada tradición de los panes de almidón los domingos por las mañanas, que en ese tiempo pensamos nunca terminarían. Esta costumbre de llegar muchos al mismo tiempo a la misma casa se repetía en el país del norte en época de vacaciones, donde en la casa de vacaciones de la abuela algunos pasábamos entre uno y tres meses aprendiendo inglés, conociendo más de cerca de nuestros primos y tíos y recorriendo centros comerciales y paseando en el viejo y grande Ford azul.

Cuando la abuela tuvo su primer ataque cerebral serio, muchos de los primos fuimos a estar con ella, ahí conversamos, nos pusimos al día y planeamos soñando reuniones donde traerían a sus hijos para que conozcan lo que cada uno vivió y experimentó, para que recordemos viejos tiempos, gocemos de la playa cerca de la hacienda, y comamos empanadas de verde, carapachos rellenos, panes de yuca y queso frito. A pesar de los años sin vernos era como si no nos hubiéramos separado. Nuestras vidas tomaron rumbos diferentes, algunos experimentaron situaciones difíciles, otros triunfos, pero creo que todos nos aceptamos como somos.

La muerte de la abuela y posteriormente de la tía mayor marcaron el fin de una época, pues al morir esta última hubo inexplicables problemas con la herencia. Y aunque nos veamos con los primos en raras ocasiones, a veces tristes, como el funeral de uno de nuestros tíos, los recuerdos, las experiencias y las sensaciones ya son parte de nuestra vida y nos marcaron para siempre y saldrán siempre a flote cuando nos encontremos.



Comentarios de mi primo Xavier:

Hola Angie:
Me he tomado la libertad de enviarles tu escrito a alguno de nuestros primos y realmente todos me han comentado que les ha gustado muchisimo y que les (nos) haz hecho recordar tiempos inolvidables... te cometo esto con el afan de que lo termines..
De mi parte he querido aportar con un granito de arena al escrito por lo adjunto a la presente algunos recuerdos que me han venido en estos dias a la memoria
Muchos saludos,
Xavier Velez

Estibaje de la higuerilla:
Los buques que exportaban la higuerilla se anclaban a las afueras de la bahía para esperar la mercancía que era transportada en unas grandes barcazas que a su vez eran remolcadas por lanchas. La carga de la higuerilla a los barcos se la realizaba a mano lo cual demandaba mucha gente, recuerdo que siempre llegaba una mujercita de avanzada edad con una funda para recoger cada grano de higuerilla que se caía en el suelo y por supuesto al final de la jornada recibía su recompensa. Los nietos pronto aprendimos este noble oficio con la finalidad también de ganarnos unos cuantos centavos.


Pequeña acotación
La silla metálica del abuelo era la de mano izquierda (si estamos mirando hacia la calle) la del centro de madera se sentaba la abuelita y la de la derecha la “tía mayor”. El abuelo todas las noches después de la merienda solía ir al corredor y entre tertulia y tertulia mecerse en su silla.

Era también su costumbre luego de la merienda prender una radio de onda corta y oír las noticias que pasaban alrededor del mundo. En aquella época la televisión (valga la aclaración era a blanco y negro) y recién comenzaba a masificarse.

Hablar de las competencias de las lanchas:
Recuerdo también que desde aquel ventanal en época de Navidad y Año Nuevo por la noche se realizaban unas curiosas carreras de lanchas. Estas embarcaciones de mediana envergadura servían de medio de transporte a la gente para trasladarse al pueblo que se asentaba al otro lado de la bahía. Con el paso del tiempo tanto las competencias náuticas, como estas simpáticas embarcaciones fueron perdiendo espacio y en su mayoría han sido sustituidas por los famosos “Johnsons” que antes de que se construyan los muelles en las dos ciudades de la bahía, era realmente una peripecia embarcarse por la agitación de las olas.

Casa de la hacienda:
En la parte de abajo funcionaba una tienda en donde se vendían todo tipo de productos agropecuarios, el local era administrado por un curioso señor que me parece tenia la edad del abuelo y siempre llevaba puesto esos sombreros que ahora solamente se los ve en las películas de safaris de Africa. Junto a este local había un cuarto donde unas maquinas a manivela cortaban la hierva para el ganado y caballos. Seguir leyendo el artículo

domingo, enero 11, 2004

Como en casa, como el cielo, como en Schoenstatt



Para mis amigos schoenstattianos en tantos lugares, con mucho cariño, un relato personal sobre la Tierra del Exilio y la toma de hábito de cinco novicias de las Hermanas.
Enero 11, 2004

Acabo de llegar de Milwaukee. Estuve apenas el fin de semana, desde el viernes por la noche hasta hoy Domingo por la tarde. Viajé desde Houston, donde estoy residiendo actualmente.

Creo que sólo en Schoenstatt se pueden experimentar tal cantidad de vivencias y emociones en tan poco tiempo. Parece que como mínimo hubiera estado toda una semana. ¡Pensar que cosas tan sencillas pueden darnos tanta alegría!
Sé que por lo general es tiempo de todos es escaso y uno no puede leer todo lo que llega por mail, pero creo que no me queda más remedio que extenderme y los que quieran y sean valientes, pueden acompañarme en este relato hasta el final. Mencionaré también los nombres de los que fueron parte de esta peregrinación para los que los conocen.

La razón del viaje fue asistir a la toma de hábito de María Elena Vilches de Ecuador, que entró a las hermanas en la provincia del norte de Estados Unidos, pero otro propósito importane era poder conocer el Santuario del Exilio en Milwaukee.
María Elena fue por muchos años un miembro muy activo y valioso de la Juventud Femenina. Pero sobretodo para los que fuimos y para los que la acompañaron espiritualmente, fue una amiga muy especial, una amiga fiel en todo el sentido de la palabra, y por ello el esfuerzo de tomar un avión resultaba evidente, ella se merecía eso y mucho más.

Llegar a Schoenstatt, llegar a casa

Ya el tomar el avión sin problemas habiendo llegado tan solo media hora antes de la salida del vuelo (para mí el Viernes era día de trabajo normal y un amigo justo antes de salir me indicó como llegar más rápido sino, con el tráfico de Houston no hubiera llegado…) y viajar llegar sin ningún contratiempo me daba a entender que la Mater se estaba preocupando de todo. Ver al aterrizar los alrededores de la pista llenos de nieve fue una gran sorpresa. Ya el sello de las Hermanas y de Schoenstatt se notaba en el hecho que se ofrecieron en mandarme a recoger sin yo haberlo pedido. Mike, que me fue a recoger en una Van, había ido al aeropuerto ese día unas cuatro o cinco veces, habiendo recorrido unas 200 millas de ida y vuelta ese día. Había llegado Lissi Zambrano desde Ecuador, una hermana desde República Dominicana, parientes de María Elena, etc. Y en días pasados había llegado Vanesa Sicouret y su hija de meses desde Alemania, Desde Guayaquil la hermana María Gracia y tres chicas de la Juventud, María Leonor Jiménez, Alejandra León y Gaby Aycart. Vinieron también “jóvenes” de la Rama Familiar María José y Hugo González, Chechi Rivera de Pinto y Ronald Moscoso, que en su tiempo pertenecieron a la Juventud Masculina y Femenina. De la Rama de Profesionales estaba Mapi Medina. De Austin, Texas, vinieron María Fernanda y Mauricio Calero acompañados por cuatro chicas de la Juventud de Austin, y de Connecticut, María Isabel García, quien estuvo por muchos años en la Juventud Femenina. Por supuesto estaban también los padres y hermanos de Male y tíos, primos y su abuelita. Lamentablemente tres chicas de la Juventud que se habían embarcado para viajar no pudieron llegar porque su avión tuvo desperfectos en la turbina.

El toque schoenstattiano y la preocupación de la Mater se siguieron dando. Debo reconocer que yo lo esperaba, ya he estado en tantos centros de Schoenstatt y “sé cómo es la cosa”; pero igual iba apreciando y agradeciendo cada detalle, la preocupación de las hermanas por que pueda comer algo, la hermosa decoración navideña capilla del Centro Internacional, donde llegamos los ecuatorianos y las familias de las novicias, el hecho de tener una habitación perfectamente limpia y completa, calientita, y cómo no, un horario perfectamente planeado para los días siguientes. Qué alegría fue poder saludar a tanta gente querida y conversar con ellos como si nos hubiéramos visto el día anterior, pues los vínculos entre schoenstattianos son más fuertes de lo normal. Esa noche la emoción de la familia de “Male” y de sus amigos era gigante, a varios nos costó trabajo poder dormir.

El día esperado

Al día siguiente nos levantamos temprano y desayunamos, abrazos, saludos y risas. Los que ya habían llegado días antes y habían visto nevar me contaban la forma que tenía la nieve cuando caía (los snowflakes) y yo que casi no conocía la nieve me quedaba sorprendida, pues, como Lissi, también pensaba que caía como “panes de yuca”…
Se imaginan lo que es estar en ese frío para nosotros guayaquileños tropicales, pero fuimos precavidamente bien abrigados, disfrazados, como decían algunos.. ¡Pásame el disfraz! se escuchaba por ahí. El gorro era esencial y las bufandas y los guantes, y el abrigo, qué difícil maniobrar con todas esas cosas encima…

Quién creen ustedes que era la guía oficial de la peregrinación de Ecuador y conductora de la Van… (por cierto a gran velocidad)… Nada menos que la Hermana M. Petra… el personaje schoenstatteano más famoso y solicitado del año, tanto en Chile como en Ecuador, España y Portugal, países que visitó el 2003, en donde transmitió sus vivencias con nuestro Padre y Fundador. Ella nos llevó hasta la Iglesia de Vicente Pallotti Este en Milwaukee, que está al lado del Santuario del Exilio, donde el Padre vivió por catorce años.

La Iglesia estaba repleta y a los ecuatorianos nos tocó en la última fila, se veía muy poco hacia delante pero después nos dimos cuenta que era un lugar estratégico para poder ser siempre los primeros en ver a María Elena entrar. Las introducciones a diferentes partes de la ceremonia, que las hacía una hermana, eran bilingües, también las lecturas, ese fue un detalle que apreciamos los ecuatorianos, se notaba que en todo momento se preocupaban por nosotros. Al final de la introducción se nos pidió no tomar fotos, para conservar la solemnidad de la ceremonia. ¡Qué sacrificio tan grande fue guardar nuestras cámaras de fotos cuando vimos a María Elena y sus cuatro hermanas de curso ingresar de blanco a la Iglesia! Los cantos del coro de las Hermanas, los violines y los instrumentos contribuían a hacer muy hermosa esta ceremonia. Unas jóvenes llevaban las banderas de las respectivas juventudes. Alejandra León llevó la de la Juv de Ecuador, nuevecita, recién conquistada y preciosa. Había muchos sacerdotes concelebrando, incluyendo a nuestro querido Padre Christian. Había que peñizcarse porque todo parecía un cielo schoenstattiano. En la homilía, el Arzobispo Dolan, un sacerdote alto y muy efusivo, se deshizo en halagos hacia Schoenstatt y su carisma y nos ubicó muy bien en el propósito de este día. No se trataba de agradecer a las chicas su entrega a Dios, sino de agradecer a Dios la elección de estas cinco jóvenes mujeres. (Para más detalles de la homilía pueden visitar www.schoenstatt,de El hizo entrega a cada una el vestido y los símbolos y luego salieron de la Iglesia para revestirse del traje de María. Mientras tanto un coro de las jóvenes de Estados Unidos cantó angelicalmente. Luego las guayaquileñas, actuales y antiguos miembros de la JF (a donde se entra pero nunca se sale) nos esforzamos por cantar con todas nuestras fuerzas “Tierra de Pureza” con nuestra característica fuerza latina.

Luego interpretaron piezas musicales. De repente, uno de nosotros se dio cuenta que las novicias estaban detrás de nosotros, preparándose para entrar, antes de que termine la música. Por supuesto nos olvidamos por completo de la petición de no tomar fotos y nos abalanzamos con nuestros flashes y clicks. Las novicias, que parecía que habían vestido el traje toda su vida, llevaban al altar las ofrendas, y María Elena, que era la primera (por ser obviamente la más bajita) llevaba una vela encendida, lo que hacía la escena más espectacular.
Luego de la ceremonia las novicias se dirigieron al Santuario con el Obispo, las hermanas y los sacerdotes. Allí consagraron su vocación a la Mater. A la salida saludamos a Male y nos tomamos fotos con el Santuario y la nieve de fondo.

Luego vino el almuerzo, en un salón contiguo, donde había siquiera 500 personas, las hermanas nos atendían y compartíamos y nos poníamos al día. El mundo es pequeño, especialmente en Schoenstatt, porque ahí encontré personas o hermanas que había conocido en Alemania u otros países donde hay Schoenstatt. Uno de esos encuentros fue un señor mayor sentado solo en una esquina, me di cuenta que era el papá de la Hermana Ivonne María, mi gran amiga y ex hermana de curso. Así que aprovechamos de conversar un rato.

Luego del almuerzo regresamos al Centro Internacional y nos dirigimos a la Casa Provincial, donde se había preparado pequeñas charlas de las hermanas para las chicas que asistieron de los diferentes estados. Iban pasando de un lugar a otro y por supuesto a las ecuatorianas le daban la charla en español. La Casa Provincial de las Hermanas es hermosísima y reluciente. Me sentí como si estuviera en Schoenstatt, Alemania, todas las hermanas tenían una tarea, trabajaban como hormiguitas y se movían con la gracia y la finura típicas de una Hermana de María, empezando por la Superiora Provincial, que estaba siempre atenta a todo y hasta acarreaba sillas. Todo estaba perfectamente coordinado. A las 5 pm hubo una bendición con el Santísimo. Como me pasó en la Iglesia, me fascinó oír cantos tradicionales que había escuchado a las hermanas cantar en alemán, latín o español, y ahora en inglés. Me parece que hay una fuerte tradición europea y alemana en la Iglesia en Estados Unidos, las celebraciones litúrgicas son más solemnes que en los países latinos.

Por la noche, entre las siete y las nueve y media, las diferentes ramas de la Juventud Femenina le dieron su regalo a las novicias en forma de representaciones o cantos. La juventud ecuatoriana presentó un baile típico y unas coplas en inglés y en español, uno de los cuales tenía la música de la famosa “Macarena” pero reemplazada por “María Elena”. También presentaron un corto video que hice una vez sobre nuestro Santuario y su gente y la Juventud, que tiene de fondo la canción del Jubileo. La hermana María Elena, para mi alegría, me contó después, que eso era lo único que la había hecho llegar a llorar de emoción…

Luego de tanta celebración nos fuimos a dormir temprano absoluta y totalmente rendidos de tantas emociones juntas. Al día siguiente había que levantarse temprano, para ir a Misa de 7 am en la Casa Provincial. Luego de eso las familias de las Novicias se juntaron con ellas y nosotros, el grupo ecuatoriano, tuvimos una meditación en el Santuario de Waukesha, preparada por la Hna. Frances, una hermana muy simpática y profunda que es la encargada del Centro Internacional y por lo tanto de acogernos, de proveer nuestras comidas, etc. Después fuimos a desayunar y alistarnos para salir a Milwaukee. Me tocó entonces despedirme de la Hna. María Elena, que me animó a ir de nuevo por allá en Julio para el Jubileo del Santuario del Exilio ¡qué buena idea! Luego de ello nos dirigimos a Milwaukee con la Hermana M, Petra a escuchar en vivo y en directo, en los lugares donde tuvieron lugar, las vivencias que ella nos ha contado en otras ocasiones. No nos imaginábamos que iba a ser una experiencia tan profunda.

Tras las huellas del Fundador

Comenzamos en el Santuario, que estaba totalmente disponible para nosotros. Primero nos mostró ella en el lugar donde siempre se arrodillaba el Padre y donde le dio una lección sobre la oración: si saca tiempo para rezar y por ejemplo uno va al Santuario, debe aprovechar ese tiempo con ese objetivo, no irse con la mente a otros lados. La Mater es celosa, le decía el Padre, y quiere toda mi atención. María Leonor tocó algunas canciones, que tenían un efecto lacrimógeno, como Eres Reina de nuestros corazones, María de la Alianza y el Himno del Jubileo, en ese Santuario, se cantaban con todo su sentido y con toda el alma.
Luego la hermana nos contó como el Padre celebraba la Misa, donde se ponía, cómo llegaba puntualmente cinco para las 6:00 am para darle la comunión a una señora que se tenía que retirar cada día en el momento de la comunión para alcanzar su autobús. Que habían calculado que el Padre había celebrado en ese lugar unas 3,400 misas, siempre a la misma hora. El Padre quería ser fiel en esto, pues en Alemania y otros países, muchos sacerdotes se unían espiritualmente a la misma hora. También nos contó que era el único santuario que el Padre había visto construir en todo su proceso, desde la piedra fundamental hasta el techo, y que había sido construido por tres jóvenes sacerdotes pallotinos muy entusiastas y fuertes. Además que no había sido la Familia de Schoenstatt la que había construido ese Santuario sino que los Pallotinos lo habían hecho, como una muestra de Amor a María en el Año Mariano y que ellos querían que Schoenstatt sea su apostolado. El Padre lo interpretaba como que era la Mater que lo había seguido hasta allí. También contó con cuanta reverencia el Padre celebraba la Misa, era como estar en el cielo. Cuánto ofreció en este tiempo, tanto dolor, tantas incomprensiones, tantas calumnias. Y cómo cuando el Concilio cambió la liturgia de latín a la lengua vernácula, el Padre se adaptó inmediatamente, otros sacerdotes talvez se complicaron, pero para el Padre lo que la Iglesia decía era lo más importante. Luego hizo una reflexión sobre el legado de la carta del Padre y Fundador a la familia de Ecuador. Como justo la noche antes de morir, seguramente por la tarde, el Padre dictó esa carta en la que nos consagraba en la Patena, y nos dijo que no sería exagerado pensar, que esa última Misa del 15 de Septiembre del 68 nos consagró a la Familia de Ecuador en la Patena, como familia y a cada uno.

Era tan impactante estar ahí, estar en un grupo tan pequeño, con ella que nos invitaba a consagrarnos a la Mater y al Padre hablándonos cosas profundas que nos llegaban al corazón y contestando todas nuestras inquietudes. Luego recorrimos con ella los caminos que hacía el Padre, que conservan la misma superficie, el mismo cemento, nos enseñaba sus oficinas desde afuera y desafiando el frío fuimos al cementerio donde el Padre se paseaba, y donde hay una ermita de la Mater que se colocó en gratitud.
A la hora del almuerzo fuimos a la Casa del Movimiento donde la Hna. Frances nos esperaba con unos sandwichs para el almuerzo. Nos sentamos todos alrededor de la mesa y seguimos haciendo preguntas a la hermana M. Petra. En la Casa del Movimiento era donde se reunían las parejas para los famosos “Montag abends” o “Lunes por la tarde” las charlas que daba el Padre a los matrimonios. Ahí los jóvenes de la Rama de Matrimonios recordaron especialmente a sus monitores, María Inés y Pepe Plaza.
Hasta allí llegó para mí la peregrinación y el viaje, me despedí del grupo que se iba con la Hna. M. Frances a visitar Santuarios del Hogar y el lago Michigan y a mí me llevó al Aeropuerto nada menos que la Hna. M. Petra. En el camino pudimos conversar y me dio algunos muy buenos consejos.

Mis expectativas sobre el viaje se vieron más que colmadas, me imaginaba que allá iba a encontrar el auténtico espíritu de Schoenstatt y así fue. Como no va a ser así, si la huella y la presencia de nuestro Padre y Fundador es tan marcada. Estoy segura que interpreto el sentir de todos los schoenstattianos que allí estuvieron que allí nos sentimos como en casa, como en el cielo, como en Schoenstatt. Seguir leyendo el artículo